Colaboración de José Martínez Ramírez
Tiene
mi vecino un corral
de
gallinas ponedoras.
Una
es coja y no es normal
que
sea tan guapa y señora.
Un
gallo, con la cresta triunfal,
la
cubre hora tras hora.
La
pobre, sumisa y sin piar,
aguanta
la vida y no llora.
Un
gallo erguido del Prat,
con
violencia, colabora
con
un Franciscano nupcial
a
cubrir a las ponedoras.
Este
Franciscano gavilán
es
más tuno que Juanllora,
ataca
de forma bestial,
así
que… ¡No las enamora!
En
cambio, el gallo del Prat,
da
unas vueltas y elabora
la
pisada un poco más.
Es
lo mismo que los que roban…
¡Y
salen absueltos del virtual
juicio
que no les nombran!
Como
los humanos del mal
que
impunemente roban,
que
no paran de trincar
con
la mano burladora.
Pueblo
mío, querido y cordial,
no
seas la gallina coja,
no
dejes nunca de luchar,
a
unque el cielo y la aurora,
en
tu mano, dejaran el Grial.
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