Colaboración de Paco Pérez
CONOCERLE, POR LA BIBLIA, LA OBLIGACIÓN DEL
CRISTIANO
Jesús, cuando comenzó
a predicar nos mostró una forma concreta y precisa de actuar: Iba,
continuamente, de un lugar a otro para enseñar el “Camino del Reino” a
quienes se acercaban a escucharle. Mientras lo hacía fue llamando a sus
discípulos, éstos lo siguieron sin titubear, desde entonces iban juntos de un
lugar a otro, fueron testigos de sus enseñanzas y de sus milagros y así, poco a
poco, fueron aprendiendo quién era Él
realmente.
Con
este método Jesús fue sentando las
bases para la futura labor misionera de la Iglesia,
llevar la buena noticia a quienes no conocían al Padre. Actuando así con el pueblo, éste comenzó a ilusionarse con Él porque sus enseñanzas les recordaban
los anuncios que les dieron los profetas
siempre, vendría el Mesías y los salvaría… ¿De qué?
Como
estaban oprimidos por los poderes
públicos de entonces pues se lo imaginaban liberándolos de ellos y por eso,
cuando vino y se encontraron con la grandeza de su mensaje y el hecho real de
su muerte, el palo que recibieron fue tremendo pues la idea que tenían del Mesías era de liberación y nunca pensaron que la muerte inesperada truncara sus planes nada más conocerlo. Sufrieron
una decepción enorme porque no
entendieron bien el mensaje que habían recibido y que Él confirmó… ¡¡¡Era necesario que muriera!!! Cuando lo
apresaron, juzgaron, crucificaron y murió sin ofrecer resistencia pues sus
seguidores y discípulos quedaron decepcionados, se asustaron y huyeron o se
escondieron.
Lo
más grave de la historia de Jesús es
que aquellas gentes, siendo un maestro
inigualable que usaba una metodología muy asequible para las mentalidades de
quienes lo escuchaban, no llegaran a ver en la sencillez de sus parábolas el contenido que trató de
mostrarles para que continuaran, después de su muerte y en el marco de su Iglesia, la labor que quedaría por
hacer a lo largo del tiempo. Los guió muy bien pero como no comprendieron los anuncios
anticipados de los profetas y los de Él
pues al acabar en la cruz se les
apagó la luz y se hundieron. Esta es
la esencia de los acontecimientos que vinieron después… ¿Hemos comprendido ya que Jesús fue a la cruz entregándose por la
salvación del mundo y para cambiar la historia de la humanidad?
Una
muestra de lo dicho la encontramos en la escena en que los discípulos que
regresaban a Emaús caminaban muy confundidos
hablando de lo ocurrido en Jerusalén
y absortos en ello no reconocieron a Jesús
cuando se les acercó y los acompañó. Él no
se les acercó haciendo comentarios o con palabras que lo identificaran sino que
prefirió que fueran ellos mismos los que descubrieran quién era, sabía que lo
conseguirían si eran capaces de recordar lo que habían aprendido de Él mientras viajaron a su lado.
Cuando
lo invitaron a pernoctar con ellos fue la clave para que al sentarse en la mesa
descubrieran su identidad pues al partir el pan recordaron cómo lo hacía Él y este hecho, ahora, podría abrirnos
un abanico de posibilidades:
1.-
Ellos, a pesar de todo lo que habían vivido con Jesús, no lo reconocieron. Nosotros vivimos en unos tiempos muy
alejados ya de aquellos hechos y, además, como no practicamos la lectura de la Biblia pues… ¿Cómo no nos va a resultar muy difícil reconocerlo a diario cuando
camina a nuestro lado por la vida?
2.-
Este caminar hacia Emaús también podría
tomarse como un mensaje para la Iglesia de nuestros días pues si aquellos
discípulos cambiaron totalmente al ver cómo partía el pan… ¿Por qué no pone en marcha ella una trasformación
radical de su actuación siguiendo el mensaje que nos regaló y olvidarse de la
tradición?
Si
Jesús la fundo para que nos guiara
en su ausencia pues yo considero que es necesario que lo haga ya para que los cristianos encontremos el camino de
la verdadera creencia y que, al hacerlo, podamos pasar de la incredulidad a la fe, de la amargura del desencanto a la alegría, de la teoría a la práctica, de
la indiferencia a la implicación… Si nos detenemos en las
palabras que hoy se nos muestran en HECHOS
2, 14.22-23 es posible que comprendamos que algo parecido debió ocurrirle a
Pedro para que les hablara como lo
hizo.
La
MISERICORDIA del Padre con los hombres no tiene límites y
creo en ella pero la lectura mostrada en 1ª
PEDRO 1, 17-21 no tiene desperdicio:
[Queridos
hermanos:
Si llamáis Padre al que juzga a cada
uno, según sus obras, sin parcialidad, tomad en serio vuestro proceder en esta
vida.
Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder inútil recibido de vuestros
padres: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha, previsto antes de la creación del
mundo y manifestado al final de los tiempos por nuestro bien.
Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó de entre los
muertos y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza.].
Aquí
encontramos el porqué de los cambios que experimentaron los discípulos de Jesús en su comportamiento después de su
muerte pues pasaron de esconderse a reaparecer con fuerza cuando comprendieron el
verdadero sentido que tuvo todo lo que vivieron, el mensaje de San Pedro lo demuestra. No obstante, también
debemos considerar que nosotros también debemos aportar algo… ¿O ya lo tenemos todo ganado?
Yo
creo que hemos pasado de todo es falta y hay que confesarse para comulgar a
nada tiene importancia porque la Misericordia
de Dios es muy grande y no hay que confesarse tanto.
Volvamos
a leer:
[Si llamáis Padre al que juzga a cada uno, según
sus obras, sin parcialidad, tomad en serio vuestro proceder en esta vida.].
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