Colaboración de Paco Pérez
TESTIMONIO DE SU MISERICORDIA
Nunca
se podrá determinar el impacto que causó la muerte de Jesús a sus seguidores. Lo que sí sabemos es que los discípulos huyeron a Galilea. Al hacerlo transmitieron
la impresión de que eran hombres sin fe, que huían del peligro y que estaban desconcertados
por lo que había ocurrido.
Unos
días después sucedió algo inexplicable cuando, los mismos hombres que huyeron regresaron
a Jerusalén y reunieron en nombre de Jesús;
estaban asustados y con las puertas bien atrancadas, es verdad, pero Él se presentó en medio de ellos y, aunque
nadie podía entrar, lo hizo y los saludó:
-
[Paz a vosotros. Como el Padre me ha
enviado, así también os envío yo. Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos
y les dijo: Recibid el Espíritu Santo;
a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los
retengáis, les quedan retenidos.].
Después,
empujados por la fuerza del Espíritu
Santo, salieron a la calle para comunicar a los que allí vivían que Jesús, aquel al que las autoridades del templo y los representantes de Roma habían crucificado, estaba vivo.
¿Qué razones tendrían esos hombres para
hacer lo que ahora hacían?
Habían
visto y tocado a Jesús, Él les regaló el Espíritu Santo y así se llenaron de FE. Ya no tenían miedo y la única explicación que daban a quienes
acudían a ellos era:
-
Jesús está vivo. Dios lo ha resucitado.
Cuando
les comunicaban este mensaje lo hacían totalmente convencidos, estaban seguros
de lo que decían, les hablaban en diferentes lenguas y así todos los presentes podían
entenderlos perfectamente.
Jesús regresó de
nuevo pero no lo hizo con el mismo formato de antes porque ese es el que
tenemos los hombres y por él, cuando nos llega nuestra hora, morimos en el plano humano y ya no regresamos más.
Si
una persona entra en muerte clínica porque le falla el corazón y es atendido a
tiempo por los médicos pues lo pueden reanimar, vuelve a latirle y la persona
regresa a la vida pero… ¿Eso fue lo que
le ocurrió a Jesús?
No.
Porque a quienes le ocurre eso, por ley natural, les llegará el día en que
tienen que morir y ya pasarán a ser polvo de nuevo. A Jesús no le ocurrió eso porque no se convirtió en polvo y pasó a
una nueva dimensión, ser ya sólo el Hijo de Dios; ésta está en el campo de
la espiritualidad y por ella ya quedó liberado de la muerte material que sólo afecta
a las personas.
Después
de que Jesús resucitara y subiera a los
Cielos los cristianos de la primitiva Iglesia tuvieron que caminar solos y trazarse, con la ayuda de las
experiencias vividas, el camino de su espiritualidad:
Acudían a diario al templo, vivían unidos y lo tenían todo en común; vendían
las posesiones y bienes para repartirlos
entre todos, según las necesidades de sus miembros; celebraban la fracción del
pan en las casas y comían juntos; todo lo hacían con alegría y de corazón;
alababan a Dios; eran respetados por
el pueblo y la comunidad crecía sin parar.
Este
modelo de vida… ¿Podría servir para
cualquier comunidad y periodo histórico?
Un
tiempo después ese modelo fracaso porque los hombres somos egoístas y, como nos
enseña hoy San Pedro, no confiamos
en que
Dios, con su gran misericordia, resucitó a Jesús y por esa acción los hombres
deberán vivir la espiritualidad siendo conscientes de que por ese acto hemos nacido de nuevo para tener la esperanza de que, cuando acabemos
nuestra etapa terrenal, recibiremos
la herencia que nos tiene reservada en el cielo.
Ahora
nos ha tocado vivir una etapa en la que tenemos que sufrir pruebas diversas para
que, con fe, intentemos superarlas aquí hasta que nos llegue el momento de la
manifestación de Dios y nos salve
con su AMOR MISERICORDIOSO.
Esta
verdad es entendida de manera imposible por la mayoría de los hombres de
nuestros días porque la materialidad
domina en nuestro modelo social, ella echó a tierra el proyecto inicial en las primitivas comunidades cristianas, aunque ellos
vieron los prodigios de Jesús y sus discípulos, y ahora que eso no ocurre como entonces algunos se
agarran a las imágenes para
conseguir sus objetivos terrenales, esas son las llagas que tocan para poder mantenerse agarrados a su creencia… ¡¡¡Un error muy grande que se consiente desde
nuestra jerarquía!!!
Quienes
consideren que voy en contra de algo o alguien que lea ÉXODO 20, 1-21.
Con
Jesús resucitado, las pruebas que
necesitamos los cristianos-católicos,
o de cualquier otra confesión, están en el sumario
que siempre se levanta a todo proceso. A la vida de Jesús también se le escribió el suyo… ¡¡¡La BIBLIA!!!
Quien
lea esa cita bíblica tiene dos caminos, agarrarse a la verdad de Jesús siguiendo su ejemplo lo mejor que
pueda y muy alejado de las prácticas mundanas que no son religiosas o seguir practicando
lo que está prohibido por Dios en Éxodo 20, 1-21.
Si
no se lee la Biblia no se puede conocer a Dios y a su obra, no lo amaremos ni tendremos FE para hacer cosas, caminaremos perdidos, aceptaremos
las maldades de nuestros tiempos porque son el fruto de ellos sin
inmutarnos…
Que
cada uno haga lo que buenamente pueda pero sin dejarse llevar por las mentiras,
vengan de donde vengan, porque la verdad
sólo está en nuestro libro sagrado y
ahí queda claro quién es el que no engaña.
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