Colaboración de Paco Pérez
Las
lecturas religiosas suelen estar cargadas de imágenes literarias, palabras o expresiones que tienen un sentido
figurado.
Cuando
el que habla juega con las palabras en esta línea éstas tienen otro significado
distinto. Jesús las usaba mucho para
conseguir que sus mensajes fueran más entendibles. Antes que Él, otros hombres de Dios, también usaron esa metodología.
Isaías les habló de la
semejanza que había entre Dios y
el viñador para comunicarles que
igual que el agricultor espera que
su viña le dé buenas uvas, Él siempre
espera de los hombres lo mejor. Aquel se esforzó cuidando la plantación pero cuando
le llegó la hora esperada las malas hierbas se ponderaron y no prosperó la
cosecha… Ante el sufrimiento que le ocasionó el revés sufrido reaccionó arrasando
lo que había cultivado con esfuerzo y cariño.
Jesús, en Mt 21, 33-43, recurre de nuevo a la
imagen de la “viña, los sarmientos, las
uvas, el agricultor…”. En ella, Dios
es el propietario; nosotros somos la viña que plantó el Señor;
los cuidados que le da son el amor que Él nos tiene; los labradores
son los dirigentes del pueblo; el fruto es lo bueno que Él desea para el hombre: la verdad, el
derecho, la justicia y el amor; los criados
que envió son los profetas; el enviar a los criados a cobrar varias
veces es una muestra de que no se cansa de llamarnos al arrepentimiento y a la
conversión y, por último, el hijo
y heredero asesinado es Jesús.
Dios, como todo
buen agricultor, siempre espera de la viña una respuesta buena pero me temo que
lo defraudamos de manera permanente porque solemos actuar guiados por nuestras
ambiciones… ¿Qué hará con nosotros el
agricultor ante el desengaño recibido?
El
PERDÓN de Dios es una realidad
palpable pero no podemos dar por hecho que, hagamos lo que hagamos, al final
todos seremos tratados de igual manera… Si nos fijamos en Mt 25, 1-13, la parábola de “Las
diez vírgenes”, comprobaremos que todas no entraron a la fiesta porque no
se preocuparon de hacer sus deberes a tiempo. Con este ejemplo la opción más
positiva que nos queda, si no cumplimos, es que podamos arrepentirnos a tiempo
pero si nos dormimos en los laureles, como las cinco insensatas, y somos
sorprendidos mientras dormimos… Que cada lector decida qué nos puede suceder
ante estas realidades que no queremos aceptar.
Antes
se nos amedrentaba demasiado con el castigo y ahora recibimos un mensaje
contrario, la Misericordia de Dios
es inmensa y nos perdona pero… ¿No sería
mejor poner los puntos sobre las íes y no eludir el matizar estos temas tan
delicados para evitar que las conciencias se relajen y evitar así que se tomen
a chunga los incumplimientos?
Dios no nos castiga como represalia pero sí queda claro que nuestros actos
nos llevan a la destrucción. Como ejemplo podemos recordar que cuando el
comportamiento de los hombres de Israel fue incorrecto éstos sufrieron
los efectos de la invasión militar de otros pueblos y la deportación… ¿Él
los castigó?
Ellos
se castigaron a sí mismos y el Padre
no intervino en ello pero su gran Misericordia
con ellos quedó demostrada cuando los sacó de la esclavitud pero, a pesar de su
ayuda, no aprovecharon la enseñanza recibida y siguieron desviándose de su
camino.
Pablo enseñó el
camino a quienes formaban la comunidad, indicándoles qué debían hacer y qué no.
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