Colaboración de Paco Pérez
PONERLOS A TRABAJAR ES UNA DECISIÓN PERSONAL
Estamos
viviendo en la era del progreso y de los avances científicos pero esa realidad
no nos debe ofuscar y hacernos creer que con ellos lo tenemos todo alcanzado
pero sí debe ayudarnos a tomar conciencia de esta otra… ¿Nos ha servido para equilibrar el reparto del pastel económico o éste transita
por los caminos de siempre y por eso nos sigue ocurriendo también lo de siempre?
Quienes
aspiran a gobernarnos prometen a los ciudadanos cosas imposibles y después,
cuando ya están arriba y tienen que cumplir con lo prometido, se olvidan de ellos y no
legislan para que los pobres sean tratados con justicia.
Como fruto de esa
práctica permanente la desigualdad social sigue incrementándose año tras año y por
eso, en nuestros días… ¡¡¡Los ricos son
cada vez más ricos, y comen a diario, pero los pobres son cada vez más pobres,
y algunos no pueden tomar ni un cacho de pan!!!
El
progreso debería servir para
contribuir al “estado del bienestar”,
favoreciendo la igualdad y combatiendo la desigualdad.
Jesús conocía las realidades que afectaban a
sus gentes y les predicaba para que se
rompieran esas barreras que entorpecían la convivencia porque en aquella
sociedad no se veía bien que las personas se enriquecieran rápidamente con
malas artes. Hoy nos ocurre igual y seguimos preguntándonos… ¿Es posible pasar de una situación económica
deficiente, o normal, a otra de riqueza en un periodo temporal corto?
Sí
lo es pero también nos hemos
preguntado muchas veces… ¿Cómo se
consigue ese progreso tan rápidamente?
Estas
evidencias tenemos que tratarlas con prudencia porque nadie puede ser
catalogado de “ladrón” hasta que la
justicia humana lo sentencie y mientras tanto nosotros, los que de manera
indirecta hemos sido robados, debemos ser prudentes y tratarlos como “presuntos ladrones”.
En
la Biblia nunca se aplaudió que las
personas progresaran así porque si alguien subía es porque otro bajaba. Si
seguimos esa línea podemos interpretar el texto del evangelio en el plano
material y preguntarnos… ¿Premió Dios a
quienes pusieron a trabajar el dinero y castigó al que no lo hizo?
Yo
creo que no porque de hacerlo así nos estaría enseñado que acumular riqueza es
el camino para alcanzar el Reino y no
hacerlo el de la perdición. Entiendo que Jesús
nos mostró el lado humano de la vida, lo que realmente ocurre, para enseñarnos que
una cosa es ser responsables en el
desempeño de nuestro trabajo y otra el hacerlo con la intención única de
acumular por egoísmo, es decir, debemos huir de la acumulación innecesaria que
ocasiona tanto desnivel y pobreza.
El
Señor, cuando nacemos, nos regala los
dones naturales y después los sobrenaturales pero, si los dejamos
encerrados en nuestro interior estaremos siendo conservadores e incurriendo en
el mismo error del “tercer siervo”…
¿Qué hacer entonces?
Lo
correcto es que seamos capaces de reconocer lo que hemos recibido de Él, saber valorar la grandeza de su
regalo, agradecérselo y, finalmente, poner a trabajar los talentos recibidos.
Si
consideramos que la familia es un talento pues los esposos tendrán que poner todo su esfuerzo en conseguir que sus
miembros trabajen al unísono y con responsabilidad para que todos lleven una vida
ejemplar. El libro de los Proverbios
nos recuerda que la mujer desempeña
un papel importantísimo en ella pues nunca falla en el trabajo, la educación,
la administración… Por todo esto, y más que nunca vemos, su papel silencioso y
eficaz en el desarrollo del plan de Dios
para las personas debe ser reconocido por lo que vale realmente pero no para lo
que algunas personas quieren que valga. Éstas se olvidan de la Biblia, la que siempre reconoció su
grandeza, porque enfocándolo como lo hacen se apropian de esa realidad y la
presentan como si fuera idea de ellas y su gran preocupación.
El
texto de Pablo nos recuerda que en
nuestro caminar diario terrenal no debemos olvidarnos de la realidad de Dios nunca porque quienes lo hacen
abandonan sus obligaciones hacia Él
y en su momento vendrá para pedirnos cuentas sobre la gestión del capital que
cada uno recibió.
Todos
no recibieron la misma cantidad de dones y con nosotros ocurre igual pero lo
que deberá hacer cada uno, independientemente de lo recibido, será desarrollar
lo recibido con honradez y sin escatimar esfuerzos porque después deberemos
rendir cuentas en función de lo que hemos hecho para desarrollar lo recibido.
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