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lunes, 20 de noviembre de 2017

UN VILLARGORDEÑO INOLVIDABLE

Colaboración de Paco Pérez
A LA VENDIMIA CON ESCALA EN LA ESTACIÓN DE “ATOCHA”
Capítulo III
Este hecho me fue relatado por Bartolomé Alcalde Uceda “Zapatero” en varias ocasiones.
En esta ocasión, Juanillo el Reino” volvió a irse a Francia para la recolección de la vendimia pero lo hizo con otra cuadrilla. En este grupo viajó también Bartolomé Alcalde UcedaZapatero”.
El viaje era en tren, partían desde la estación férrea de Espeluy (Jaén), hacían escala en la estación de Atocha (Madrid), cruzaban la frontera por Irún (Guipuzcoa) y continuaban hasta el punto de destino.

Juanillo iba ataviado, como los otros compañeros, con la tradicional estampa del viajero emigrante de los años sesenta que iba a Francia para la corta temporada de la vendimia: maleta de cartón piedra con los típicos refuerzos metálicos de color marrón en las esquinas y la tomiza de esparto que la cruzaba en las cuatro direcciones, bien anudada, para que no se le abriera; bolso de mano de plástico para las cosas personal y una talega llena de comestibles (chorizos, salchichones, morcillas, queso…).
Juan, cuando caminaba, lo hacía con su figura inconfundible de paso corto, contoneo lateral y cuerpo erguido. En esta ocasión iba por el andén de la estación con su estampa modificada por el aumento de elementos pues, además de lo dicho, llevaba la maleta en una mano, el bolso en la otra y la talega colgada en uno de sus hombros. Se subieron al tren y viajó con Bartolomé hasta Madrid en el mismo compartimento. Cuando el tren llegó a la estación se les advirtió de que harían una parada de varias horas y los vendimiadores decidieron bajarse para estirar las piernas, tomar algo, ir al servicio… En fin, lo propio de estos casos. Como es lógico, iban en grupo y con todos sus apechusques pues no podían dejarlos en el tren porque se los quitaban.
Iban caminando por el andén cargados como burros y al entrar en la sala de espera de la estación uno de ellos observó que había una báscula, le echabas una peseta y comprobabas el peso. Juanillo iba junto a Bartolomé, su compañero de viaje, y éste, al pasar por ella, dijo:
- Voy a pesarme para ver si hago kilos allí o los pierdo.
Juanillo quedó encantado con la idea de Bartolomé y le contestó:
- Y yo también.
Cuando acabó Bartolomé de pesarse se subió él pero lo hizo con la maleta, el bolso y la talega. El compañero le aconsejó que se  pesara sin lo que llevaba encima pues ese no sería su peso real y le indicó que lo dejara todo al lado.
Juanillo, cargado de bondad e inocencia y empujado por el temor a dejar abandonadas sus pertenencias unos minutos y que algún delincuente madrileño se las rapiñara, le respondió con esta frase que después se convirtió en histórica para los villargordeños:
- ¡¡¡Da igual, después me destaro!!!



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