Colaboración de Paco Pérez
A LA VENDIMIA CON ESCALA EN LA ESTACIÓN DE “ATOCHA”
Capítulo III
Este
hecho me fue relatado por Bartolomé Alcalde Uceda “Zapatero” en varias
ocasiones.
En esta ocasión,
“Juanillo el Reino” volvió a irse
a Francia para la recolección de la
vendimia pero lo hizo con otra cuadrilla. En este grupo viajó también Bartolomé Alcalde Uceda “Zapatero”.
El viaje era en tren, partían desde la estación
férrea de Espeluy (Jaén), hacían escala en la estación de Atocha (Madrid), cruzaban la frontera por Irún (Guipuzcoa) y
continuaban hasta el punto de destino.
Juanillo iba
ataviado, como los otros compañeros, con la tradicional estampa del viajero emigrante
de los años sesenta que iba a Francia para la corta temporada de la vendimia:
maleta de cartón piedra con los típicos refuerzos metálicos de color marrón en
las esquinas y la tomiza de esparto que la cruzaba en las cuatro direcciones,
bien anudada, para que no se le abriera; bolso de mano de plástico para las cosas
personal y una talega llena de comestibles (chorizos, salchichones, morcillas,
queso…).
Juan, cuando caminaba, lo
hacía con su figura inconfundible de paso corto, contoneo lateral y cuerpo
erguido. En esta ocasión iba por el andén de la estación con su estampa
modificada por el aumento de elementos pues, además de lo dicho, llevaba la
maleta en una mano, el bolso en la otra y la talega colgada en uno de sus
hombros. Se subieron al tren y viajó con Bartolomé
hasta Madrid en el mismo
compartimento. Cuando el tren llegó a la estación se les advirtió de que harían
una parada de varias horas y los vendimiadores decidieron bajarse para estirar
las piernas, tomar algo, ir al servicio… En fin, lo propio de estos casos. Como
es lógico, iban en grupo y con todos sus apechusques pues no podían dejarlos en
el tren porque se los quitaban.
Iban caminando por el andén cargados como burros y
al entrar en la sala de espera de la estación uno de ellos observó que había
una báscula, le echabas una peseta y comprobabas el peso. Juanillo iba junto a Bartolomé,
su compañero de viaje, y éste, al pasar por ella, dijo:
- Voy a
pesarme para ver si hago kilos allí o los pierdo.
Juanillo quedó
encantado con la idea de Bartolomé y
le contestó:
- Y yo
también.
Cuando acabó Bartolomé
de pesarse se subió él pero lo hizo con la maleta,
el bolso y la talega. El compañero le aconsejó que se pesara sin lo que llevaba encima pues ese no
sería su peso real y le indicó que lo dejara todo al lado.
Juanillo, cargado de
bondad e inocencia y empujado por el temor a dejar abandonadas sus pertenencias
unos minutos y que algún delincuente madrileño se las rapiñara, le respondió
con esta frase que después se convirtió en histórica para los villargordeños:
- ¡¡¡Da
igual, después me destaro!!!
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