Colaboración
de José Martínez Ramírez
Dedicado
a mi querido primo Antonio Alarcón
Bergillos “El Moruno” porque me
recuerda a un Tarzán que, hace muuucho
tiempo, pudo vivir en el paraje de “Carchenilla”
y que, tal vez, se alojara en la “Cueva del Gato”.
Se encuentra Jane enferma,
tumbada. Se despereza
abril,
barritan colmillos de
marfil,
entre el verde de la
selva.
Tarzán está joven y viril,
tiene una obsesión
febril
con cubrir a su jembra
pero, de una forma gentil,
le dijo al héroe juvenil
que le dolía la cabeza.
Parece Tarzán un albañil
subido a un árbol de
Brasil,
lleno de pájaros y
maleza.
Miró a Chita, quieta de perfil
con la mano en su pernil,
y le dijo con
delicadeza:
Oooh, amado primate
conejil,
sin nada en ti de
textil,
observa ésta, mi dureza,
semejante a un misil
que mira el culo de un
mandril
apuntando con nobleza.
Hombre, esa gamba al
pil-pil
no quisiera yo para mí
y sí para aquella cebra
con lomo de ferrocarril
y belfos de alcaucil,
que a mirarte empieza.
O la leona que tan
reptil
mira a tus ojos de
alguacil,
sin reparos ni tibieza.
O la tigresa de ojos
carmesí
inquieta, tierna y
pueril,
como chorizo con
lentejas.
Chita, con esta mano juvenil,
caerán gallardas por mil
con cariño y tristeza.
Mientras Jane, ese abril,
dormitaba muy monjil,
fue mi infancia aquella
selva.
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