Colaboración de José Martínez Ramírez
VILLANCICO
De paz, de amor y de gloria; de reyes, princesas y de
historias y, cómo no, a los corazones solitarios va dirigido.
Pero
las cosas que tiene el destino,
según
está mi pobre memoria,
para
su eterna vanagloria.
Sus
árboles, su cielo de platino,
calle
de los camareros y vecinos,
los
hombres eternos de victoria.
Tras
la barra de un bar con trayectoria,
cuando
la lluvia cae de continuo,
las
aceitunas de arcilla van al molino.
Besan
de noche la luna de esta historia,
la
Virgen duerme al Niño que está en la gloria
y
San José peina a la burra con mucho cuido.
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