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jueves, 14 de diciembre de 2017

TOMANDO EL FRESCO EN LAS NOCHES DE VERANO

Colaboración de Paco Pérez
Capítulo VII
MARIQUILLA ES ACUSADA Y VA DE JUICIO
Los hechos de hoy también le ocurrieron a Mariquilla en Barcelona y fueron posteriores al episodio del atracador pero hay una diferencia muy importante entre ambos. En el primero se tuvo que personar como testigo de lo sucedido y más adelante porque fue acusada de haber cometido un delito. 

Un día abrió el “Buzón de Correos” familiar, como hacía a diario por norma, para recoger la correspondencia y se encontró con una carta que le había sido remitida desde el Juzgado. Como ella entendía poco de esos temas pues fue a casa de Antonia, su hija, y se la mostró para que le aclarara el contenido de ella. Ésta la abrió y, después de leerla, le explicó que la citaban al Juzgado para ir a declarar por la muerte de un perro.
Ella quedó muy sorprendida porque no tenía ni idea de lo que se le comunicaba en la carta.
Cuando llegó el día del juicio, ambas se personaron en el Juzgado que le habían indicado, esperaron que la llamaran y entraron en la sala. Una vez en su interior, mientras esperaban el comienzo, Mariquilla miró con detenimiento el interior del lugar y, sin esperarlo Antonia, le dijo:
- Yo no veo aquí al muchacho del banco.
- Cállate mama, que aquello no tiene nada que ver con lo de ahora.
– Pues yo creía que era el sinvergüenza aquel el que decía ahora que yo le había matado el perro.
– Mama, hoy es otra cosa diferente. Cállate que nos van a llamar la atención.
Unos minutos después insistió con sus preguntas:
- ¿Tú has leído bien el papel?
– Sí – le respondió su hija.
Una vez que estuvieron en la sala los componentes del Tribunal, Mariquilla fue nombrada para que subiera al estrado y, después de los procedimientos de rigor, el Sr. Juez le dijo:
- Ya sabe usted porqué la hemos citado.
– Pues no lo sé, yo donde tenía que estar ahora es en mi casa –le respondió.
El Sr. Juez le habló de nuevo y le comunicó:
- María, usted está aquí porque ha sido acusada de haber matado a un perro.
– ¿Qué yo he matado a un perro? ¿Quién ha podido decir esa mentira de mííí Sr. Juez?
– El señor que ha presentado la denuncia contra usted –le contestó dándole el nombre y apellidos.
– Pues yo conozco a ese señor –afirmó ella.
El Sr. Juez le hizo otra pregunta:
- Sra. María… ¿Reconoce usted que mató al perro?
- ¡¡¡Yooo nooo, Sr. Jueeez… Cómo ha podido decir a usted ese señor esa barbaridad!!!
Sr. Juez, si un día entró en el cuarto de baño de mi piso un ratón y, como no fui capaz de matarlo, tuve que llamar a la vecina para que lo hiciera ella… ¿Cómo voy a matar yo ahora a un perro?
– Pues la denuncia de este señor dice que le mató el suyo… ¿Cómo lo explica usted eso?
– No conozco a ese señor y no comprendo de qué me conoce a mí él.
– Pues aquí están los datos personales de usted… ¿Me lo puede explicar?
– Yo no sé cómo ha ocurrido este lío y no puedo explicarle lo que no sé por eso será usted el que tendrá que averiguar qué ha pasado… ¡¡¡A mí me deja usted en paz porque no tengo nada que ver con lo que le pasó a ese perro!!!
Aquel día, después de las últimas palabras de María, la sesión quedó suspendida ahí pero sus respuestas debieron ser tan suficientemente esclarecedoras para el Juez que un tiempo después sentenció el caso diciendo: [Todo lo sucedido fue fruto de una confusión, le rogamos disculpe las molestias.]














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