Colaboración de Paco Pérez
PARA
DAR BUENOS FRUTOS
En
aquellos días la ciudad de Jerusalén
estaba muy concurrida pues habían venido para la fiesta gentes de otros
lugares, siendo éstos de diferente condición social y creencia.
En
este contexto se enmarcan los hechos y por ellos se puede comprobar cómo las
enseñanzas de Jesús calaron fuerte y
siguen dando sus frutos porque: Cuando
se siembra buena simiente en terreno fértil se recoge buena cosecha.
Sus
mensajes ayudaban a quienes los interiorizaban en positivo porque les mostraba
la verdad con amor, justicia y sin violencia. Así fue como atrajo, y atrae, a los paganos que lo escucharon y ahora lo hace
con quienes lo buscan; como les enseñó
que las semillas deben morir para que nazcan nuevas plantas y den buenos frutos,
pues con su muerte y resurrección posterior el seguimiento fue en aumento.
En
nuestros días, muchas personas lo rechazan porque consideran que a su ideología
no le favorecen sus palabras… ¿Por qué?
Porque
si lograr erradicar a Jesús ellos se
apropiarán de su mensaje usando planteamientos que Él popularizó para ayudar de verdad a quienes no tenían nada: Amar al prójimo como a nosotros mismos.
Estas personas, cuando lo hacen, no menciona al prójimo pero sí lo hace cuando hablan de él como si fuera algo
nuevo que ha sido inventado por ellos: Las políticas
sociales que ellos aplicarán para mitigar los problemas de la ciudadanía.
Hay
una gran diferencia entre Jesús y
estos demagogos. Él, lo que hacía o
decía era porque le preocupaban de verdad los problemas de las personas pero, los
políticos, todo lo que dicen y hacen
es movidos por el egoísmo, personales o de partido. Es evidente que hay gente
honorable entre ellos pero, si tanto les preocupan los desfavorecidos… ¿Por qué no legislan para ayudar a quienes
de verdad lo necesitan, impidiendo así que los ricos sean cada vez más ricos y
los pobres más pobres?
Jesús no quería que
actuaran así los hombres, por eso intervino en el Templo contra los que comerciaban con la creencia de las personas.
También denunció con ese gesto que los poderes
religiosos y políticos tenían al
pobre oprimido con cargas
desorbitadas, una práctica habitual e injusta de todas las épocas.
Como
su predicación resultó incómoda para esos grupos de poder pues se aliaron
contra Él y se sintió mal por ello, ocurrió cuando comprobó que había sido
querido por unos y rechazado por otros. Esa realidad le hizo sufrir y por eso,
en el acto de la oración, le
comunicó al Padre sus temores por
los acontecimientos dolorosos que se le avecinaban, le suplicó que lo salvara y
después, cuando le manifestó su aceptación, nos enseñó que tener miedo y pedir ayuda
al Señor es normal y que no debemos desilusionarnos en los
momentos de debilidad porque lo que quiere de nosotros es que confiemos en Él.
Por
mediación de Jeremías, Dios anunció muchos años antes a su
pueblo que llegaría el día en el que nadie tendría que enseñar a los demás
quién era el Señor porque todos lo
conocerían suficientemente, Él se
encargaría de grabárselo en sus entendederas.
Si
el sacrificio tan grande que hizo su Hijo,
muriendo en la cruz por los hombres, no fue suficiente para que después no lo reconocieran
los judíos como el Mesías, o no lo reconozcan
algunos en nuestros días, se debería a que estuvieron ciegos o porque lo están.
Jesús enseñó una
forma de comportamiento que no se parecía al que había entonces y por ello
debemos tener la certeza de que no marchan bien las cosas, si lo logramos es
posible que se despierte en nosotros, como fruto de una necesidad, el deseo de
cambiar lo erróneo que hacemos. Si la
semilla debe morir para que nazca la nueva planta… ¿Cómo no vamos a desear la muerte de los viejos comportamientos para que
nazcan en las personas otros nuevos que nos empujen a realizar cosas distintas?
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