Colaboración de Paco Pérez
EL ÚLTIMO PROFETA
Muchas
veces lo que deseamos no coincide con lo que recibimos y, cuando nos ocurre
esto… ¿Qué respuesta damos al Señor?
Algunas
personas saben aceptar los hechos tal y como les vienen y se ponen en manos de Él sin reproches pero también las hay
que, como suelen entender esas relaciones en un plano mercantil pues cuando
tienen un contratiempo hablan con el Señor
para comprometerse a realizar ciertos sacrificios si Él los saca de apuros. Cuando el desenlace de la situación no se ajusta a sus necesidades las
personas no aceptan la contrariedad,
rompen el compromiso que propusieron
al Señor y lo culpan de ser el causante de sus problemas.
¿Creemos
de verdad que es así como actúa el Señor
con las personas?
Quienes lo piensan muestran un desconocimiento de Dios
enorme porque hace muchos años que el profeta
Isaías, adaptándose a sus tiempos y a las personas, les hablaba para que vieran
con claridad que la actuación de Dios no
podía ser comprendida. En 55, 8 les comunicó estas palabras
inspiradas por Él: [Porque mis pensamientos no son vuestros
pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice el Señor.].
También
les enseñó, en 49,1-6, cómo el Señor siempre escoge a las personas para que le
sirvan en su labor de evangelización desde que están en el vientre de su madre y les orientó cómo debían ser en el momento
de comunicar al pueblo los mensajes para que les calara y cambiara el comportamiento.
Pasan
los años y lo expuesto por Isaías en 55, 8 y en 49,1-6 queda confirmado en el
posterior relato que hizo LUCAS en 1,57-66.80. Según él, unos esposos ya mayores y sin hijos,
Isabel y Zacarías, son escogidos por el Señor para que fueran los padres del último profeta, Juan “El Bautista”,
y cómo la edad excesiva de los progenitores no fue un obstáculo que lo
impidiera. La visita de María a su
prima Isabel nos muestra cómo
interviene Dios para que la una
conociera de la otra el estado de buena esperanza en que estaba y cómo la
incredulidad de Zacarías al recibir
la noticia le ocasionó la pérdida de la voz. Cuando nació el hijo y tuvieron
que ponerle el nombre se dio por hecho que sería Zacarías pero se ocasionó un choque entre la tradición del lugar y
el encargo que el padre había recibido del Señor,
las peripecias que se dieron para que no se le impusiera Zacarías, el hecho extraordinario que le hizo recuperar el habla al imponerle el nombre de Juan y, cómo no, el posterior desarrollo que el hijo tuvo como
persona durante su crianza hasta que se retiró al desierto para regresar cuando
le llegó el momento de predicar a las personas para allanarle los caminos al Mesías es una pista aclaratoria de cómo
interviene en nuestras vidas cuando seguimos el camino que nos diseña.
Pablo retomó el
tema expuesto por Isaías cuando les
mostró la genealogía de Jesús, por
él también podemos comprobar cómo va interviniendo Dios en la trayectoria de las personas para que puedan desempeñar
la misión que les encomienda, que esa sucesión de personas y hechos desemboca
en la venida de Jesús y cómo Él dio remate al plan que Dios tenía diseñado para las personas,
cumpliéndose las promesas que el Señor hizo a las personas desde el
comienzo de los tiempos. Como éstas anunciaban la venida de un Mesías que los salvaría Juan les recordó que ese salvador ya había venido, que se
llamaba Jesús, que el pueblo lo mató
injustamente, que después resucitó y que subió a los cielos.
Juan “El Bautista” fue un ejemplo de vida cristiana
que renunció a la posición sacerdotal que le correspondía, se alejó del mundo
civilizado de su tiempo y vivió en el desierto rodeado de pobreza. Cuando le
llegó el momento predicó y profetizó, lo hizo guiado por la
fuerza del Espíritu Santo y denunció
lo que hacía en el Templo la clase
sacerdotal y los políticos de
Roma.
Su
predicación se centraba en la necesidad que tenían las personas de dar un
cambio radical a su vida pues así podrían estar preparados para participar en
los acontecimientos que desembocarían en el Reino de Dios. La gente le respondió acudiendo al río Jordán para
bautizarse, manifestar su deseo de dar un cambio a su vida y así poder obtener el
perdón de sus pecados. Estos logros los alcanzó Juan “El Bautista” con la
predicación pero le originó que las autoridades religiosas y políticas se
preocuparan de las consecuencias que les podía traer y confabularon contra él para
matarlo.
La
táctica empleada contra él fue la misma que contra Jesús, la propagación de historias incorrectas y
falsas para que la gente perdiera la
esperanza que les habían transmitido.
Pasan
los años y en nuestros tiempos los medrosos siguen usando, contra las personas
que les estorban para la consecución de sus objetivos, las mismas tácticas
destructivas de entonces. Estas tácticas reportan beneficios inmediatos a los
destructores pero unos años después las MENTIRAS
que usaron para subir los descabalgan y la VERDAD
se impone para colocarlos donde se merecen.
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