Colaboración de José Martínez Ramírez
Esta
noche, un sueño de princesa
pasea
por la Luna vasta y desierta.
La
miro tan lejana, tan perdida, tan mía,
tengo
miedo… ¡Esconde tanta belleza!
Mi
ansiedad, perdida por el mundo,
agoniza
por un lóbrego adiós
que
dijo su boca, joven y divina…
¡Tengo
miedo, de dormir en la sombra!
Retumba
su adiós como el piélago
enorme
y profundo de su voz,
donde
los amantes apuñalan
las
estrellas porque tienen miedo.
La
luz de la Luna, por su quietud,
no
tiene fronteras y su palidez
quiebra
y estremece los abismos,
tengo
miedo de su fría luz.
A
veces se esconde entre nubes
que
no son de algodón ni bohemia,
son
de torrente de mujer despierta.
Tengo
miedo de las primaveras.
En
las aguas del Retiro de Madrid,
en
el parque de María Luísa
y
en la nieve de la sierra, sentí
ausentes
sus impúdicas caricias.
En
las oscuras calles del Albaicín,
donde
la mar de musgo es fresca brisa,
en
las rosas de Granada me rendí
por
su luz, su duende, su alegría…
El
horizonte es de flor de jazmín,
su
catedral de cava con celosía,
sus
calles íntimas como el bombín
lejano
en la cabeza del Sabina, cuando decía:
¡Por
esos mundos sentí miedo,
mucho
miedo a morir de alegría!
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