Colaboración de Paco Pérez
LA MANIFESTACIÓN PÚBLICA DE JESÚS
El
lenguaje de la Palabra está tan cargado
de símbolos que deben ser
interpretados por quienes escuchan o leen. Es tan antigua esta forma de
comunicar que Isaías también lo
hizo, lo encontramos en Isaías 62, 1-5.
En él nos habla de unos novios, simbología que usa para referirse al Señor y a Jerusalén.
Él, como rey
responsable, sale para defender a los habitantes de su ciudad y vence en el
combate. De regreso a ella para ofrecer a su novia la victoria, observa a lo
lejos las murallas de Jerusalén y la
imagen que percibe desde la distancia le evoca la silueta de la corona que se
ceñirá el día de su boda.
Ochocientos
años después, en Caná de Galilea, Jesús comenzó su manifestación pública durante la celebración de una boda. Éstas eran unas fiestas
familiares muy importantes y en ellas comían, bebían, bailaban y convivían
durante siete días. Por esas razones los novios tenían que hacer unos cálculos
muy precisos de los invitados, de la comida y de la bebida para evitar que no
les faltara nada mientras duraba la celebración. El vino era un elemento importantísimo en la sociedad judía pues era
para ellos símbolo del “amor” y por
eso no les podía faltar.
En
esta boda las previsiones realizadas para el vino fallaron y se acabó, la madre
de Jesús se enteró, lo llamó para
informarlo de lo que ocurría y le pidió que les ayudara.
Según
la tradición del lugar, la boda transcurrió con normalidad hasta que faltó el
vino y es en ese momento cuando, en nuestros días, debemos comenzar a mirar más
allá de lo que aparentemente es un hecho normal, se consume mucho y se agotan
las existencias. Si lo hacemos comprenderemos
que entonces entra en acción el cumplimiento del “Plan de Dios para la manifestación pública de Jesús”.
Los
profetas habían anunciado que la
llegada del Mesías sería un día de
alegría grande, como eran las bodas
para aquella sociedad. Jesús comenzó
su presentación como Mesías cuando transformó
el agua - símbolo de pureza para los judíos- en vino - símbolo de fiesta, de libertad y de la Eucaristía,
que es compartir-.
La
petición que María hizo a Jesús se ha interpretado como la necesidad que tenemos las personas de pedirle a ella para que después la eleve a Jesús y que Él,
finalmente, le pida a Dios su
concesión.
La
“tradición cristiana”, no está de
acuerdo con ese planteamiento pues entiende que el único mediador válido entre Dios
y los hombres es Jesús.
También
debemos mirar otras simbologías en
el relato de hoy. Si el vino estaba
en tinajas, éstas se quedaron vacías
y con la intervención de María y Jesús se llenaron de buen vino pues...
¿No podríamos entender lo ocurrido como señal de que la Ley que guiaba los pasos de los judíos había quedado vacía de contenido y que Jesús había venido para darle una nueva orientación?
Los
hombres nos perdemos buscando evidencias de la existencia de Dios y lo solemos hacer arañando donde
no están, cada uno deberemos saber dónde lo hacemos y qué deseamos encontrar.
El único espacio en el que podemos encontrarlo es en la Biblia. Hoy tenemos un ejemplo en la 2ª Lectura: 1 Corintios 12, 4-11… ¿Por qué?
Porque
en ese texto se nos habla de los dones
que el Señor nos concede, de sus
distintas categorías, todos los recibimos de Él y que nos son entregados por el Espíritu Santo.
¿Nos hemos puesto a pensar qué “don” hemos
recibido, si lo sabemos y si nos hemos puesto a trabajar con él para que
nuestra familia y nuestra sociedad mejoren?
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