Colaboración de Paco Pérez
DE TELEFONISTA EN CASA
Todos
sabemos que María Moreno Cañas, “María la Grande”, su esposo e hijos se marcharon a Cataluña para tener un nivel de vida mejor
pues el trabajo que había en el pueblo era escaso. Con el paso de los años enviudó
y, muy mayor, con frecuencia se daba por la mañana un paseo para visitar a su
hija Antonia en su casa. Un día, María realizó la tradicional visita y,
como Antonia tenía que salir para realizar unas compras, pues le propuso a su
madre que la esperara en casa mientras las hacía.
María se acomodó en
el sofá y conectó el televisor para distraerse. Acababa de sentarse y sonó el
teléfono, no le agradó escuchar la llamada porque tenía que levantarse pero lo
hizo, descolgó y dijo:
-
¡¡¡Digaaa!!!
–
Buenos días –la saludó un señor.
–
Buenos días… ¿Qué quiere usted?
-
¿Está Miriam?
-
No. Está trabajando en Delphi.
–
Ya la llamaré otro día –y colgó.
María se quedó
sorprendida con las formas que tuvo el señor que llamó pues no le dijo quién
era y, además, le colgó de golpe. Estaba ocupada con estos pensamientos cuando
regresó su hija y le contó, muy cabreada, lo que había ocurrido.
–
No te preocupes, habrá sido algún
compañero del trabajo que tendría que decirle algo.
–
A mí no me gustan estas cosas, ella está novia con Antonio y con él es con quien tiene que hablar, con nadie más.
–
Eso era antes, ahora se habla con todo el mundo y no quiere decir nada –le
contestó Antonia.
–
Antes no pasaban estas cosas.
Pasaron
unos días, María se había olvidado
de la llamada, estaba en el sofá, Antonia
de compras, el teléfono sonó otra vez y la anciana tuvo que actuar de nuevo
como telefonista:
-
¿Quién llama tan temprano?
–
Buenos días, soy Raúl.
-
¡¡¡Raúúúl!!! ¿Qué Raúl?
–
El novio de Miriam.
-
¡¡¡Eso no es verdad!!!
-
¿Cóóómo que no es verdad? – le preguntó él.
-
¡¡¡Porque el novio de Miriam se
llama Antonio y vive en Villargordo!!!
Como
estaba muy cabreada del día anterior pues ella también le colgó el teléfono
dándole un fuerte golpe.
Acababa María
de colgar el teléfono cuando abrió la puerta de la casa Antonia. Había comenzado su madre a contarle lo que había ocurrido en
su ausencia y unos minutos después sonó de nuevo el teléfono.
–
Mama, coge el teléfono que no puedo.
-
¡¡¡Yo no lo cojo más!!! ¡¡¡Qué quieres que sea otra vez el idiota ese que me
dijo que es el novio de tu hija!!! ¡¡¡Cógelo tú y si no déjalo que cante hasta
que se ponga ronco!!!
Acudió
Antonia y lo descolgó:
-
Dígame.
–
Buenos días Antonia, soy Antonio… ¿Cómo estáis?
Mantuvieron
la conversación normal que puede haber entre yerno y suegra que viven en
lugares diferentes, se despidieron y colgaron con total normalidad.
Unos
días después se repitió la escena y descolgó María pero se llevó una gran sorpresa porque, sin decir palabra
alguna, ella escuchó:
-
¡¡¡Buenos días abuela, soy Raúl, el
novio de Miriam!!!
–
Pero tú cómo estás… ¡¡¡Ya te he dicho otras veces que Miriam está novia con Antonio
y que se van a casar en Villargordo,
tonto del bote, no te enteras!!!
Cuando
Antonia regresó cargada de bolsas le
preguntó de manera rutinaria si hoy también había recibido alguna llamada de
conocidos o del novio de Miriam.
María, que estaba
cabreadísima por lo ocurrido, la culpó de lo que estaba ocurriendo porque los
padres de ahora no saben educar a sus hijos, por eso ese tío llamaba a Miriam siempre que quería y,
mostrándose muy preocupada le dijo… ¡¡¡Hasta pudiera ser un secuestrador!!!
Antonia también se
subió de tono y le dijo que no se metiera en esos temas debido a que ella no
podía encerrar a su hija pues tenía que dejarla libre para que ella decidiera
qué quería y qué no.
Como
la escena del teléfono se repetía con más frecuencia de lo normal pues una de
esas veces María abandonó la casa de
Antonia enfurecida y se fue en busca
de ella a la tienda de su amiga, sabía que allí la encontraría. Llegó más
cabreada que una mona y le volvió a meter un nuevo alboroto, no le importó que
estuvieran en presencia de la tendera.
Esta
repetida escena tenía mosqueada a Antonia,
no era normal esa insistencia y siempre con su madre. Estos detalles le
hicieron sospechar que podía ser una broma y entonces tomó medidas para
descubrir al autor.
Una
mañana decidió no marcharse para esperar la repetida llamada del famoso Raúl. Cuando sonó el teléfono lo cogió María, Antonia se puso a su lado para escuchar también la conversación y
entonces comprobó que la voz le era muy conocida y que el comunicante no era el
tal Raúl sino el bromista Antonio, el verdadero novio de Miriam.
Así
se desmontó la broma y… ¡¡¡Por fin pudo
dormir tranquila María!!!
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