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martes, 5 de febrero de 2019

¡AFUERA LAS "BARBAAAAS”!


Colaboración de Paco Pérez
Cerca de Villargordo y muy próximo al río Guadalquivir hay un paraje que es muy famoso, se conoce popularmente como “Carchenilla” y también están próximos a él los lugares conocidos como “El Puig” y “Maquiz”.
Dicho lugar tuvo sus momentos de gloria, como todo lo de la vida, y en la era que había para recolectar las cosechas de cereales había dos viviendas, la que hoy cobrará protagonismo era conocida como la “Casilla de José Miguel”, llamado así porque su dueño era en el momento de los hechos José Miguel Jiménez Vallecillos.

Hubo un tiempo en que este señor empleó como caseros al matrimonio formado por Juan Manuel Cañas, “Tororano”, y Francisca Cañas,Paquita la Canuta”, con la finalidad de que cuidaran de la finca y la vivienda.

En aquellos tiempos de penuria familiar comer era un milagro, los enseres de la vivienda eran mínimos y por eso no era raro que varios miembros de la familia durmieran en la misma cama y en ésta familia pues también se dieron esas circunstancias, correspondiendo el privilegio de dormir con sus padres al más pequeño de la familia Juan Cañas Cañas, el que era muy conocido como Juan “Tororano” y también como  JuanCanuto”.
La mayoría de los vecinos consideraban que “Canuto” era apodo y no sabían que esta familia tuvo un abuelo que se llamaba Canuto y por eso eran conocidos como los “Canutos”.
Como la familia de Francisco Moreno GarcíaFrasco el Trapero” también vivió en “Carchinilla” pues conocía muy bien a Juan ManuelTororano” y a sus ocurrencias, él fue quien una mañana me contó los hechos.
En nuestros días la flatulencia no se acepta bien y todos nos preocupamos de que salga cuando estamos solos o en el “baño” pero en el pasado se tomaba con otro talante porque era el pan nuestro de cada día y porque cuando abandonaba su hábitat natural los presentes no reprochaban al autor su acción… ¿Qué ocurría entonces?
Que servía de diversión pues, a veces, rivalizaban en conseguir el mayor número de explosiones o intentar que el ruido ocasionado fuera de la máxima sonoridad.
Parece ser que una noche el matrimonio y el pequeño ya estaban acomodados en la cama y Juan Manuel, muy propenso a peerse, comenzó a darles su habitual sinfonía. Paquita, al principio no dijo nada pero cuando él insistió con sus olorosos ruidos le dijo:
- Juan Manuel… ¡Ya está bien por esta noche!
Paquita, tú sabes que no lo hago porque quiero sino por necesidad.
– Ya lo sé pero no te peas más cuando tenga el zagal la cabeza arropada… ¡No comprendes que se lo va a tragar todo él!
Ese reproche de su esposa le hizo reflexionar a Tororano” y el buen señor se aguantó pero a las cuatro de la mañana se despertó por culpa del dolor de vientre que le estaban produciendo los gases y, como no podía aguantárselos más, pues trató de evitar lo que le reprochó hacía unas horas su esposa y le dijo gritando:
- ¡Paquitaaaa!
Ella se despertó atolondrada y le preguntó:
- ¿Qué te paaasa?
- ¡Afuera las “barbaaaas”!
Cuando comprobó que todas las cabezas estaban desarropadas dio salida a los gases y el peo sonó en la habitación como si se estuviera rompiendo una camisa.  


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