Colaboración de Paco Pérez
ALMENARA
CAPÍTULO V-C
El
único encuentro humano que tuvimos en nuestras visitas fue cuando pasamos por
esta casa-cortijo de aquel entorno.
En
el momento de hacerlo salieron sus propietarios pues escucharon nuestros
comentarios… ¡¡¡Qué sorpresa nos llevamos, eran Braulio y Catalina, su hermana!!!
Hacía
muchos años que no nos habíamos saludado pues, cuando éramos unos mozalbetes,
él venía al pueblo y se juntaba con mi pandilla de amigos, después de aquello nos
vimos tan pocas veces que se podrían contar con los dedos de una mano pero con
quienes sí tenían unas buenas relaciones era con mis acompañantes, Alonso y su hija Ana Mari.
Aunque
tienen vivienda en Jaén ellos
prefieren vivir, la mayor parte del año, en “Almenara” pues se sienten felices viviendo alejados del ruido y del
aire contaminado de la ciudad, respirando el aire limpio del campo y rodeados
de sus yeguas, marranos, caballos, pavos, gallos, gallinas, conejos, perros y
gatos…
Ellos
están acostumbrados a vivir siguiendo la filosofía del “estilo cortijero”, es decir, tranquilidad
y buenos alimentos naturales: Los productos
de la matanza, los huevos, la carne… Viven así porque son buenos hijos de la
célebre cortijera de aquellos pretéritos tiempos en los que las personas no se
conocían por su nombre sino por el apodo, a esta señora la nombraban como la “Gata Rabiosa”.
Yo
no la conocí pero sí escuché muchas veces su apodo, sobre todo cuando se quería
ponderar la maldad de alguien y
entonces, para ofender fuertemente a esa persona, se le decía:
-
¡¡¡Anda yaaaa, que eres más malo/a que la “Gata
Rabiooosa”!!!
En
aquellos parajes vivió otro personaje que, por las mismas razones, alcanzó peor
fama que esta señora, quienes lo conocieron afirman que era más malo… ¡¡¡El “Almendrao Viejo”!!!
Este
señor también tenía acoplada la misma frase que la señora.
Ésta
tuvo también a Francisco y a Pedro, ya fallecidos, y, otra hija que
se casó con un médico, vive todavía.
A
Francisco lo recuerdo muy bien porque
era inconfundible debido a su delgadez, por vestir con traje oscuro y sombrero
negro y porque cuando viajaba hasta el pueblo lo hacía conduciendo un tractor “Hanomag Barreiros” de color rojo descapotable
o en un “Land Rover Santana” corto,
todavía circula Braulio en él. Por
cierto, hace unos días me encontraba en la acera de casa esperando que saliera
mi esposa y en ese momento pasó Braulio
conduciendo ese coche por nuestra calle, la que en bajada es dirección
prohibida desde hace unos días; lo hacía a más velocidad de lo deseado y lo
acompañaba como copiloto Juan el de
“Los Mateos” y, como no respetó la
señal de prohibición, le hice señales para que no pasara, no se detuvo para
averiguar qué quería comunicarle.
Francisco, durante un
tiempo, debió sentirse cansado de llevar vida de monje en la cortijada y se
cambió el mono de trabajo por el traje, el sombrero y la cartera llena de
pesetas. En esas fechas, por su nueva forma de pensar, comenzó a visitar con
mucha frecuencia Villargordo o Jaén y, como es lógico, a divertirse a
su manera. Cuando estuvo un poco tiempo practicando esa forma rara de entender
la diversión se quitó el traje y el sombrero, regresó al cortijo se enfundó el
mono de trabajo y retornó a su vida anterior.
Pedro casó con la
hija de otro “cortijero” del lugar,
conocido con “El Nieto”. Parece ser
que hace unos meses entró en el quirófano para ser intervenido de una “hernia”, después se le presentaron
algunas complicaciones y falleció.
Hagamos
un recorrido virtual por el enclave de la “cortijada”:
Ahora
os voy a llamar la atención sobre algo que a simple vista no dispara la
curiosidad del visitante pero cuando ves las fotos con tranquilidad te das cuenta
del modelo de refuerzo que daban a las paredes para evitar que se derrumbaran.
He pensado sobre ello y las posibles respuestas que he encontrado para que
levantaran estos muros de contención:
1.-
Los tejados se construían entonces con la técnica arquitectónica de la
parhilera y este sistema, por el peso del tejado, tenía el inconveniente de que
empujaba las paredes hacia afuera y las derribaba.
2.-
Que esas construcciones se usaran para guardar paja o cereales y el peso de
estos productos agrícolas las empujara hacía el exterior.
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