Colaboración de José Martínez Ramírez
Todas
las noches desde mi ventana
la
busco incondicional, febril
en
las formas y en el tiempo.
La
luz que de su cara emana
perfuma
mi alma de abril,
mariposas
que siempre siento.
Cuando
la busco en mi almohada
cierro
los ojos y la veo sonreír
y
me duermo en mi dulce infierno.
A
lo lejos alguien canta;
el
agua que no mana de su fuente
regresa
cada noche y me quita la sed.
La
piel que en mi piel no roce
sin
una sola caricia me da placer.
Todas
las noches desde mi ventana,
oteo
los tejados y la veo venir
pausada
como la gata de un sueño,
suspendido
en la ecuación del alma
siempre
presente de su universo.
Resulta
imposible mirar a nadie así,
como
la miro a ella. Cuando calla,
sus
ojos adormecidos se van de mí.
Junto
a su corazón, vuela su mirada.
A
lo lejos alguien canta;
el
agua que no mana de su fuente
regresa
cada noche y me quita la sed.
La
piel que en mi piel no roce
sin
una sola caricia me da placer.