Colaboración de Paco Pérez
CRISTINILLA “LA TOLOVEA”
Antiguamente,
cuando alguien moría, el cadáver era velado en las casas y durante las
conversaciones que se tenían en ellos, a veces, se protagonizaban escenas
cómicas espontáneas en las que sus intervinientes no buscaban meter alboroto
sino que ocurrían de manera casual pero causaban tal impacto en los presentes
que con el paso de los años continuaban hablando de ellas y aún las siguen
recordando. Eso fue lo que ocurrió con esta señora.
Me
contó Pedro Berrio Melguizo que cuando esta señora
murió hubo una escena de las descritas pero tuvo la pinta de no ser espontánea
sino la de haber sido ideada por una señora de las que allí estaban presentes
para pasar a la posteridad por su ocurrencia.
Todos
sabemos que las mujeres de antes tenían la costumbre de preparar la mortaja y
de comunicarle a alguna persona femenina de su familia, o vecina, dónde la
tenía guardada. En este caso, la señora Cristina
también lo había hecho y la persona a la que le hizo el honor de comunicarle su
deseo comentó todos los detalles con otras vecinas durante el velatorio. Como ya
era tarde y quedaban los familiares y las personas más amigas pues un familiar
hizo café y comenzó a servirlo. Una de las señoras que acudió a la casa cuando
murió y ayudó a la familia en el acto de ponerle la “mortaja” maquinó una historieta rara y mientras lo tomaban la puso
en marcha. Lo hizo recordándoles que ella le había puesto las medías y que
éstas, al ser nuevas, tenían un cartoncillo tan bien enganchado con un hilo de
plástico que la obligó a tener que cortarlo con las tijeras.
Las
demás señoras se quedaron sorprendidas y una le dijo:
-
María… ¿Y qué pasó con el cartón?
Les
había contado ese detalle para despertarles su curiosidad y para que después,
cuando les comunicara su invento, su relato les impresionara. Antiguamente las
cosas que estaban relacionadas con los muertos eran muy respetadas y causaban
mucho miedo.
No
respondió a su pregunta de inmediato, ellas esperaron impacientes sus palabras
mientras bebían el café en silencio. Observó
sus caras y puso en marcha en marcha su plan diciéndoles:
-
No hagáis ningún gesto raro cuando escuchéis lo que os voy a decir ahora.
-
¿Qué has visto? –le preguntó otra vecina.
–
No he visto a nadie pero me he encontrado una cosa muy rara.
El
miedo fue entrando en el cuerpo de las reunidas y Antonia le preguntó mostrándole una cara muy preocupada:
-
¿Qué has encontrado?
¡Me
he encontrado en el café el cartoncillo que iba enganchado en las medias de Cristinilla!
Otra
vecina tomaba en esos momentos un sorbo de café, no reaccionó bien y lo vomitó.
Los
presentes reaccionaron acudiendo hasta ella para saber cómo estaba y
preocuparse por lo que le había ocurrido. Cuando la señora se recuperó de la
impresión y estuvo en condiciones de hablar les comunicó lo que había sucedido:
-
Me ha impresionado lo que ha contado María
que le ha pasado, yo no me lo esperaba, me he atragantado y me iba a ahogar.
La
broma ideada por esta señora pudo haber acabado en tragedia y entonces, para
tranquilizarlos, tuvo que reconocer que todo había sido un invento de ella.
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