Colaboración de Paco Pérez
LA MUERTE… ¿FINAL Y COMIENZO?
Ezequiel habló al pueblo
de la MUERTE para anunciarles, cuando estaba cautivo en Babilonia, que Dios los sacaría de sus
sepulcros. No lo hizo en términos de literalidad, porque no estaban
muertos, sino como un ejemplo que les ayudara a comprender que al igual que
están los difuntos encerrados en sus tumbas ellos también lo estaban por culpa
de la cautividad en que vivían. Así
les anunció que serían liberados por Dios
y que los llevaría de nuevo a Israel.
En nuestros días, las palabras de Ezequiel
cobran vigencia por la situación de sufrimiento que nos está ocasionando el confinamiento doméstico en el que
vivimos un tercio de la población
mundial para no ser invadidos por Covid19, otra forma de esclavitud que es ocasionada por el miedo y la muerte.
Confiemos en el Padre y pidámosle que nos ayude a salir de esta pandemia.
En
nuestros días, la muerte nos está
preocupando más de la cuenta, es decir, es una
actitud que esclaviza a la
personas y por eso es bueno recordar que este tema siempre preocupó a los
humanos y por esa razón cada cultura le dio, y da, un tratamiento muy
particular.
Antes,
la tradición funeraria estaba centrada en la creencia de que una vez muertos
todo había acabado, y los cuerpos recibían sepultura en “tumbas” excavadas en la roca, muy pocas, y otras en fosas abiertas
en el suelo. Las primeras se cerraban con una piedra redonda, las segundas se
delimitaban con piedras pequeñas y poniéndoles encima una losa de piedra y
todas se pintaban de blanco. Nadie las tocaba porque quienes lo hacían eran
considerados impuros.
A
los tres días, según su tradición, como el cuerpo comenzaba a mostrar los
rigores de la descomposición ya se confirmaba la muerte de la persona. La resurrección de Lázaro fue al cuarto día de haber muerto y ese hecho debemos encuadrarlo dentro de la metodología que tan
acertadamente empleó Jesús para
darnos su mensaje.
Si
Él hubiera acudido a Betania cuando lo llamó la familia
entonces su curación hubiera quedado para la historia como una más de las
muchas que hizo pero la muerte de Lázaro fue algo más que un milagro, la
prueba que derrumbaría la creencia errónea que tenía la sociedad judía sobre el sentido de la muerte, el fin de todo para las personas.
Él les enseñó
con este milagro que su creencia sobre la muerte
no reflejaba la verdad sino que tenía otro sentido distinto…. ¡La muerte del cuerpo no es el fin sino el
comienzo de una nueva vida en el Reino
de los Cielos junto al Padre!
Así
anunció lo que le ocurriría a Él
dentro de unos pocos días y a todos los que creyeran en su mensaje.
Pablo les explicó
la situación individual de las personas de una manera entendible y sencilla:
Quienes
se apartan de Dios voluntariamente y
viven apegados a las cosas materiales no pueden agradar al Señor. En cambio, quienes no están apegados a las prohibiciones de
la vida y sí lo están al Espíritu pues,
por lógica, el Espíritu de Dios los
protegerá y les ayudará.
Por
el mismo razonamiento, si Jesús está
en nosotros aunque nuestro cuerpo muera por el pecado no debemos preocuparnos
porque el mismo Espíritu que resucitó
a Él también dará vida a nuestros
cuerpos.
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