Colaboración de Paco Pérez
EL BUEN PASTOR
Con
la figura del “buen pastor” se nos
presenta el modelo ideal que debemos seguir en nuestras relaciones con la
sociedad o como un modelo válido de responsabilidad en el desempeño de
cualquier profesión o cargo público… ¿Por qué?
Porque
lo que hacemos durante la jornada laboral es cuantificable y no todos trabajan con
responsabilidad. Quienes sí lo son contribuyen al progreso del conjunto social y
los irresponsables lo que hacen es contribuir al deterioro del sistema.
Si
lo enfocamos en el plano cristiano debo decir que esta alegoría es la muestra
palpable de lo que Dios nos viene pidiendo
que hagamos desde siempre pero por desgracia la respuesta de los humanos no es
la que ahí se nos pide que demos… ¡Ayudar
a los más débiles de la sociedad!
Ahora,
con la crisis de la pandemia, ya está apareciendo la realidad de siempre, los
efectos de las catástrofes afectan a “las
ovejas más débiles del rebaño de nuestra sociedad de consumo”… ¡Ya hay familias que no pueden comer!
Más
adelante lo problemas serán mayores y tendremos que actuar haciendo algo
diferente a lo que hemos hecho antes pues así contribuiremos a que no falte
comida a estas personas vulnerables.
Convencer
a la sociedad de que ese es camino no es tarea fácil, nunca lo fue, porque para
ello hay que persuadir a quienes
están atrapados en un error, hacerlo dándoles argumentos que no puedan ser refutados y para ello los primeros que
deben de estar convencidos son
quienes los dan y para estarlo hay que tener
verdadera fe.
Pedro, el día de Pentecostés, sí la tenía cuando se presentó ante la muchedumbre para hablarles. Fue
tan directo y sencillo que los convenció y muchas personas que lo escuchaban se
convirtieron sin que él necesitara hablarles como en las homilías de nuestros
días, las que están cargadas de palabras
bonitas sin mensaje y no mueven los
corazones pero sí sirven para que quienes las escuchan no comprendan nada y se
aburran.
Él nos enseña hoy
que al evangelizar hay que ser breves e ir al grano, le bastó con
hablarles de la muerte, de sus autores, de la resurrección de Jesús y
de los beneficios que conseguimos con ellas. Así consiguió
que quienes comprendieron esa verdad se
arrepintieran de sus errores y le pidieran
el bautismo.
Como
el modelo actual es de “mucha jerga y
poco grano” pues es difícil que quienes
evangelizan atraigan y quienes se
sientan en los bancos comprendan.
Así
es como lo hacían después de Jesús y
no comprendo la razón por la que no se continuó después de Él en esa línea de evangelización cuando su ejemplo debe ser la
fuerza que nos empuje a seguir luchando sabiendo
que Él supo sufrir y seguir
caminando, recibir ofensas y no devolverlas, caerse y levantarse, ser agredido
y poner la otra mejilla, ser crucificado y perdonar a quienes lo hicieron… ¿Por
qué les hablaba así Pedro?
Porque
en aquellos días los cristianos no eran bien vistos por la sociedad y tenían
que estar muy convencidos de su fe en Cristo
para ser fuertes y resistir la tentación de responder cuando los ofendieran. Si
lo lograban actuarían bien y podrían sembrar con el ejemplo en una comunidad
adversa.
Los
cristianos no debemos olvidar jamás
que Jesús es el “camino” que debemos seguir cada día
haciendo el bien y las obras que
hagamos serán la llave que abrirá o no la puerta para entrar en el Reino.
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