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lunes, 4 de mayo de 2020

“DESPERTARES” Y “COVID19”


Colaboración de Paco Pérez
DOS PELÍCULAS DE HECHOS REALES
Cada día que pasa me siento más cabreado y preocupado con el daño lento e imparable que está originando esta enfermedad a las personas y a la economía y, sin olvidarnos que afectará más a quienes menos tienen, debemos estar preparándonos todos ya pues de sus consecuencias no se van a salvar ni las “mascotas”.
Comencé a estarlo cuando los medios que informan de verdad sí fueron dando detalles precisos de las presuntas negligencias que el Gobierno venía cometiendo al no tomar las medidas preventivas adecuadas pero, cuando unas fechas después explosionó de la forma que lo hizo y se confirmó la mala actuación denunciada antes se me esfumó la poca esperanza que tenía de que pudiera solucionarse el daño causado a España.

Durante unos días visualicé el espectáculo bochornoso de las ruedas de prensa que nos ofrecía el Gobierno pero cuando comprobé que no comunicaban acciones nuevas con las que ayudarían ya dejé de verlas porque sólo buscaban lavar la imagen al Ejecutivo… ¿Es agradable  escuchar cada día cómo eran clasificadas con los fríos datos numéricos las personas afectadas en ingresados, fallecidos o recuperados?
Lo que no entiende es que el Gobierno aún no haya decretado “luto nacional”, que lo hayan hecho en algunas CCAA y ayuntamientos y que sus miembros/as no vistan de manera individual con el color de nuestra tradición para con los difuntos… ¿Por qué estarán haciéndolo así?
Por todas estas realidades, y algunas más, cada noche busco una película en TV, la que comience primero, para no tener que seguir martirizándome al escuchar en los DEBATES, durante otras dos largas horas, los argumentos que ya escuché durante el día.
Siguiendo este criterio, disfruté en Canal Real Madrid con la película “DESPERTARES” pues al acabar me sentí muy reforzado en mis convicciones… ¡Cambiar es una obligación para todos, cristianos o no, votantes o gobernantes!
Opino así porque quienes cambian ayudan a los demás y a ellos mismos; se convierten en ejemplo a seguir y contribuyen al progreso social pero quienes siguen anclados en las teorías diseñadas en los tiempos del “blanco y negro” se equivocan porque éstas quedaron obsoletas y sólo sirven para causar dolor.
La película está basada en los hechos reales que se narran en la autobiografía del Dr. Óliver Sacks, neurólogo, y muestra
los diferentes comportamientos que convivían en un hospital, las actitudes individuales ante las vivencias diarias y los cambios de conducta personales:
1.- Profesionales que atendía muy bien a unos enfermos que, afectados por una patología común, vivían en estado catatónico y que, además, tenían unas escasas posibilidades de recuperación.
2.- Un doctor soltero que, experto en la investigación con animales y ninguna con personas, fue contratado y se comportó con una profesionalidad fuera de lo normal.
3.- Equipo de médicos cumplidores de las normativas del centro, poco preocupados de tomar iniciativas investigadoras y escépticos con las posibilidades de recuperación que pudiera ofrecer la aplicación de cualquier nuevo avance farmacológico con aquellos pacientes.
4.- Un equipo directivo que llevaba las riendas del centro aplicando las directrices que establecía un Consejo de Administración frío y calculador.
Cuando el nuevo doctor fue conociendo a los pacientes se encontró con diferentes casos: Los que daban una nula respuesta a cualquier estímulo, siempre estaban como ausentes y con la mirada fija; quienes se movían interpretando el papel que ellos se habían adjudicado, eran muy amables; los que vociferaban incesantemente, creaban un ambiente agobiante y los caminantes solitarios que se movían con la rigidez de una estatua y, de manera inexplicable, se paraban en un punto de la dependencia sin que nada ni nadie pudiera hacerles reanudar la marcha pero el doctor logró descubrir el secreto de ese comportamiento, lo hacían porque cambiaba la secuencia de los dibujos en las baldosas, las pintó de forma que no hubiera esas diferencias y acertó.
Al tomar contacto con estas realidades recibió un fuerte impacto emocional pero reaccionó bien pues trabajó con una dedicación total, debido a que sufría mucho por el modelo de pacientes que tenía, y los compañeros se lo valoraban. Fuera del hospital cambiaba pues se mostraba huidizo en las relaciones con los compañeros, lo hacía por su forma particular de ser pero poco a poco fue abriéndose más a ellos y entonces les habló de su personalidad… ¡Tenía dificultades para relacionarse con las personas!
En su trabajo anterior como investigador adquirió unas dotes de observación enormes y con esa ayuda comenzó a verificar que estos enfermos tenían una habilidad común… ¡Si se les caía algo lo capturaban antes de que llegara al suelo!
Esa realidad demostrable le hizo ilusionarse con la idea de que algo estaba dormido en su interior y que, tal vez, existiera la posibilidad de ser despertado con la ayuda de algún medicamento. En sus hipótesis intentaba descubrir la relación que había entre la enfermedad de sus pacientes, las secuelas de quienes sobrevivieron a la “encefalitis” que padecieron siendo niños durante la epidemia que hubo entre 1917 y 1928, y los rasgos de alguna otra enfermedad para aplicarles a ellos el tratamiento de ésta y con él ayudarles a mejorar. Encontró lo que buscaba  en los enfermos de Parkinson y decidió aplicar el nuevo fármaco que tomaban estos pacientes, “L-dopa”. Él se ilusionó mucho con este fármaco pero el Consejo de Administración le condicionó su aprobación a que la familia del paciente le autorizara, por escrito, el darle ese medicamento.
Comenzó a dárselo poco a poco, y, como ocurre en todo trabajo experimental, pasó por momentos de desaliento ante la nula respuesta que encontraba, no se dio por vencido, fue aumentándole la dosis y un día el enfermo reaccionó, salió del estado catatónico en que estaba y recuperó la movilidad y la comunicación verbal… ¡El DESPERTAR del enfermo ocurrió en el año 1969!
Él, cuando comprobó que la recuperación era una realidad, pidió a la dirección aplicar el tratamiento a todos los enfermos que estaban catatónicos y le fue rechazada porque la medicación era muy costosa, eran muchos los pacientes y no había presupuesto. Los compañeros de trabajo reaccionaron y le mostraron su apoyo con un gesto magnífico… ¡Entregaron en dirección un donativo para comenzar a recoger fondos con los que poder comprar el medicamento!
Esta iniciativa hizo que el doctor presentara de nuevo ante el Consejo su proyecto… ¡Y se lo aprobaron!
Lo positivo de este caso real fue que, aplicado a los otros pacientes, también los curó y todos volvieron a vivir con naturalidad y a disfrutar de las bondades que la vida nos regala a diario, las que no sabemos valorar cuando las tenemos y sí cuando las perdemos. Lo negativo estuvo en que, después de un corto tiempo, los fármacos perdían su efectividad y la ENFERMEDAD les hacía regresar al estado de inconsciencia en que habían vivido durante muchos años.
Después de aquella decepción el hospital siguió trabajando con este tipo de enfermos pero ya sólo lograron unas ligeras mejorías con los nuevos fármacos. Fue un duro golpe para todos y el doctor, a pesar de la desilusión sufrida, lo aceptó, comprendió que era algo propio de la profesión médica, cambió su obsesión por la responsabilidad en el trabajo y dio el paso decisivo para salir de su inadaptación social… ¡Fue su DESPERTAR!
Me olvidé durante unas horas de los problemas de la PANDEMIA y me metí en los de una EPIDEMIA pero mereció la pena porque se confirmó con ésta que siempre hay formas diferentes de abordar los problemas que se nos presentan y, sobre todo, que la actitud de quienes están gobernando el barco es la que decide el futuro del viaje, y con ella éste será feliz o desastroso.
¿Se comprende ahora por qué os he metido este texto inicial sobre la película?
Porque después de verla comencé a reflexionar y a comprender que hay un gran paralelismo entre “Covid19” y la “Encefalitis” y entre los personajes que protagonizaron aquellos hechos y los actuales. Opino así porque en ambas enfermedades quienes se comportan de manera genial son los “Sanitarios” y las “Familias” pero quienes no quedan en buen lugar son el “Equipo Directivo, el Consejo de Administración” y nuestro “Gobierno”, siendo diferentes las razones de su proceder y con un diferencial abismal en contra de nuestros dirigentes. Aquellos porque servían a la ley del centro y ella les hacía actuar incorrectamente y nuestro Gobierno porque, presuntamente, la interpreta a su capricho para que ésta le favorezca después en las decisiones que toma, en este caso se ha equivocado y ahora no puede taponar los agujeros abiertos.
También quedó demostrado que cuando en Sanidad se invierte en investigación siempre hay logros, todos los enfermos se recuperaron. En España no hubo a tiempo un plan preventivo, no se invirtió en respiradores y en material de protección, pero sí se permitió a “Covid19” pasearse feliz por Madrid el día 8 de marzo… ¿Está claro o no?
Para desgracia de la humanidad, nuestros gobiernos invierten en gastos innecesarios y no en lo que se ha demostrado que sí es importante, la “salud de las personas”.
En la película, al Consejo del Hospital le ocurre lo mismo que al Gobierno de España, ambos van a remolque en la resolución de los problemas y no en cabeza cuando se trata de tomar decisiones trascendentales.
Debemos DESPERTAR ya, después del confinamiento impuesto por necesidad y a destiempo, porque ha llevado a las personas inocentes a sufrir en silencio las heridas de la muerte y a no poder comer otras por no poder trabajar o estar en casa con un ERTE. Es VERDAD que también hubiéramos tenido muertes y problemas económicos con cualquier otro GOBIERNO pero… ¿Tantos como con este equipo?
Lo lamento, nos ha tocado cruzar el desierto de “Covid19” guiados por el peor equipo de la historia de España, ha dejado atrás al de Zapatero y ya corrió aquel lo suyo.


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