Colaboración de Paco Pérez
DOS PELÍCULAS DE HECHOS REALES
Cada
día que pasa me siento más cabreado y preocupado con el daño lento e
imparable que está originando esta enfermedad
a las personas y a la economía y,
sin olvidarnos que afectará más a quienes menos tienen, debemos estar
preparándonos todos ya pues de sus consecuencias no se van a salvar ni las “mascotas”.
Comencé
a estarlo cuando los medios que informan de verdad sí fueron dando detalles
precisos de las presuntas negligencias que el Gobierno venía cometiendo al no tomar las medidas preventivas
adecuadas pero, cuando unas fechas después explosionó de la forma que lo hizo y se confirmó la mala
actuación denunciada antes se me esfumó la poca esperanza que tenía de que
pudiera solucionarse el daño causado a España.
Durante
unos días visualicé el espectáculo bochornoso de las ruedas de prensa que nos
ofrecía el Gobierno pero cuando comprobé
que no comunicaban acciones nuevas con las que ayudarían ya dejé de verlas
porque sólo buscaban lavar la imagen al Ejecutivo…
¿Es agradable escuchar
cada día cómo eran clasificadas con los fríos datos numéricos las personas afectadas
en ingresados, fallecidos o recuperados?
Lo
que no entiende es que el Gobierno aún
no haya decretado “luto nacional”, que
lo hayan hecho en algunas CCAA y ayuntamientos y que sus miembros/as no vistan de manera
individual con el color de nuestra tradición para con los difuntos… ¿Por qué estarán haciéndolo así?
Por
todas estas realidades, y algunas más, cada noche busco una película en TV, la
que comience primero, para no tener que seguir martirizándome al escuchar en
los DEBATES, durante otras dos largas
horas, los argumentos que ya escuché durante el día.
Siguiendo
este criterio, disfruté en Canal Real
Madrid con la película “DESPERTARES”
pues al acabar me sentí muy reforzado en mis convicciones… ¡Cambiar es una obligación para todos,
cristianos o no, votantes o gobernantes!
Opino
así porque quienes cambian ayudan a
los demás y a ellos mismos; se convierten en ejemplo a seguir y contribuyen al
progreso social pero quienes siguen anclados en las teorías diseñadas en los tiempos del “blanco y negro” se equivocan porque éstas quedaron obsoletas y sólo
sirven para causar dolor.
La
película está basada en los hechos
reales que se narran en la autobiografía del Dr. Óliver Sacks, neurólogo,
y muestra
los
diferentes comportamientos que
convivían en un hospital, las actitudes
individuales ante las vivencias diarias y los cambios de conducta personales:
1.-
Profesionales que atendía muy bien a
unos enfermos que, afectados por una patología común, vivían en estado catatónico
y que, además, tenían unas escasas posibilidades de recuperación.
2.-
Un doctor soltero que, experto en la
investigación con animales y ninguna con personas, fue contratado y se comportó
con una profesionalidad fuera de lo normal.
3.-
Equipo de médicos cumplidores de las
normativas del centro, poco preocupados de tomar iniciativas investigadoras y
escépticos con las posibilidades de recuperación que pudiera ofrecer la
aplicación de cualquier nuevo avance farmacológico con aquellos pacientes.
4.-
Un equipo directivo que llevaba las
riendas del centro aplicando las directrices que establecía un Consejo de Administración frío y
calculador.
Cuando
el nuevo doctor fue conociendo a los pacientes se encontró con diferentes casos:
Los que daban una nula respuesta a cualquier estímulo, siempre estaban como
ausentes y con la mirada fija; quienes se movían interpretando el papel que ellos
se habían adjudicado, eran muy amables; los que vociferaban incesantemente,
creaban un ambiente agobiante y los caminantes solitarios que se movían con la
rigidez de una estatua y, de manera inexplicable, se paraban en un punto de la
dependencia sin que nada ni nadie pudiera hacerles reanudar la marcha pero el
doctor logró descubrir el secreto de ese comportamiento, lo hacían porque
cambiaba la secuencia de los dibujos en las baldosas, las pintó de forma que no
hubiera esas diferencias y acertó.
Al
tomar contacto con estas realidades recibió un fuerte impacto emocional pero
reaccionó bien pues trabajó con una dedicación total, debido a que sufría mucho
por el modelo de pacientes que tenía, y los compañeros se lo valoraban. Fuera
del hospital cambiaba pues se mostraba huidizo en las relaciones con los
compañeros, lo hacía por su forma particular de ser pero poco a poco fue
abriéndose más a ellos y entonces les habló de su personalidad… ¡Tenía dificultades para relacionarse con las
personas!
En
su trabajo anterior como investigador adquirió unas dotes de observación
enormes y con esa ayuda comenzó a verificar que estos enfermos tenían una
habilidad común… ¡Si se les caía algo lo
capturaban antes de que llegara al suelo!
Esa
realidad demostrable le hizo ilusionarse con la idea de que algo estaba dormido
en su interior y que, tal vez, existiera la posibilidad de ser despertado con
la ayuda de algún medicamento. En sus hipótesis intentaba descubrir la relación
que había entre la enfermedad de sus pacientes, las secuelas de quienes
sobrevivieron a la “encefalitis” que
padecieron siendo niños durante la epidemia que hubo entre 1917 y 1928, y los
rasgos de alguna otra enfermedad para aplicarles a ellos el tratamiento de ésta
y con él ayudarles a mejorar. Encontró lo que buscaba en los enfermos de Parkinson y decidió aplicar el nuevo fármaco que tomaban estos
pacientes, “L-dopa”. Él se ilusionó mucho
con este fármaco pero el Consejo de
Administración le condicionó su aprobación a que la familia del paciente le
autorizara, por escrito, el darle ese medicamento.
Comenzó
a dárselo poco a poco, y, como ocurre en todo trabajo experimental, pasó por
momentos de desaliento ante la nula respuesta que encontraba, no se dio por
vencido, fue aumentándole la dosis y un día el enfermo reaccionó, salió del
estado catatónico en que estaba y recuperó la
movilidad y la comunicación verbal…
¡El DESPERTAR del enfermo ocurrió en el
año 1969!
Él,
cuando comprobó que la recuperación era una realidad, pidió a la dirección aplicar el tratamiento a todos
los enfermos que estaban catatónicos y le fue rechazada porque la medicación
era muy costosa, eran muchos los pacientes y no había presupuesto. Los
compañeros de trabajo reaccionaron y le mostraron su apoyo con un gesto
magnífico… ¡Entregaron en dirección un
donativo para comenzar a recoger fondos con los que poder comprar el
medicamento!
Esta
iniciativa hizo que el doctor presentara de nuevo ante el Consejo su proyecto… ¡Y se lo aprobaron!
Lo
positivo de este caso real fue que,
aplicado a los otros pacientes, también los curó y todos volvieron a vivir con
naturalidad y a disfrutar de las bondades que la vida nos regala a diario, las
que no sabemos valorar cuando las tenemos y sí cuando las perdemos. Lo negativo estuvo en que, después de un corto
tiempo, los fármacos perdían su efectividad y la ENFERMEDAD les hacía regresar al estado de inconsciencia en que
habían vivido durante muchos años.
Después
de aquella decepción el hospital siguió trabajando con este tipo de enfermos
pero ya sólo lograron unas ligeras mejorías con los nuevos fármacos. Fue un
duro golpe para todos y el doctor, a pesar de la desilusión sufrida, lo aceptó,
comprendió que era algo propio de la profesión médica, cambió su obsesión por
la responsabilidad en el trabajo y dio el paso decisivo para salir de su inadaptación social… ¡Fue su
DESPERTAR!
Me
olvidé durante unas horas de los problemas de la PANDEMIA y me metí en los de una EPIDEMIA pero mereció la pena porque se confirmó con ésta que siempre
hay formas diferentes de abordar los
problemas que se nos presentan y, sobre todo, que la actitud de quienes están gobernando el barco es la que decide el
futuro del viaje, y con ella éste será feliz o desastroso.
¿Se comprende ahora por qué os he metido
este texto inicial sobre la película?
Porque
después de verla comencé a reflexionar y a comprender que hay un gran
paralelismo entre “Covid19” y la “Encefalitis” y entre los personajes que
protagonizaron aquellos hechos y los actuales. Opino así porque en ambas
enfermedades quienes se comportan de manera genial son los “Sanitarios” y las “Familias” pero quienes no quedan en buen lugar son el “Equipo Directivo, el Consejo de
Administración” y nuestro “Gobierno”,
siendo diferentes las razones de su proceder y con un diferencial abismal en
contra de nuestros dirigentes. Aquellos porque servían a la ley del centro y ella
les hacía actuar incorrectamente y nuestro Gobierno
porque, presuntamente, la interpreta a su capricho para que ésta le favorezca después
en las decisiones que toma, en este caso se ha equivocado y ahora no puede
taponar los agujeros abiertos.
También
quedó demostrado que cuando en Sanidad
se invierte en investigación siempre hay logros, todos los enfermos se
recuperaron. En España no hubo a
tiempo un plan preventivo, no se
invirtió en respiradores y en material de protección, pero sí se
permitió a “Covid19” pasearse feliz
por Madrid el día 8 de marzo… ¿Está
claro o no?
Para
desgracia de la humanidad, nuestros gobiernos invierten en gastos innecesarios
y no en lo que se ha demostrado que sí es importante, la “salud de las personas”.
En
la película, al Consejo del Hospital
le ocurre lo mismo que al Gobierno de
España, ambos van a remolque en la resolución de los problemas y no en
cabeza cuando se trata de tomar decisiones trascendentales.
Debemos
DESPERTAR ya, después del confinamiento impuesto por necesidad y a destiempo, porque ha llevado a las personas inocentes a sufrir en silencio las heridas de la muerte y a no poder comer otras por no poder trabajar o estar
en casa con un ERTE. Es VERDAD que también hubiéramos tenido muertes y problemas económicos con cualquier otro GOBIERNO pero… ¿Tantos como
con este equipo?
Lo
lamento, nos ha tocado cruzar el desierto de “Covid19” guiados por el peor equipo de la historia de España, ha dejado atrás al de Zapatero y ya corrió aquel lo suyo.
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