Colaboración de José Martínez Ramírez
Romance dedicado a mi
queridísimo y amado
D. Vicente Navarro
Castellano
Es
Vicente Navarro
un
magnífico cazador,
de
segundo es Castellano.
Va
y viene a Villargordo
dos
veces al día sin fallo.
Y
en lo investigado
es
astuto como un zorro
pero
nunca es huraño,
tiene
el visillo de encaje
bien
guardado en la mano.
Nadie
sabe en su pueblo
que
es un gran cirujano,
en
una ocasión se operó
un
desagradable grano.
Me
río yo del doctor Fleming,
vuela
el bisturí en su mano.
El
hígado, a un gorrión,
se
lo trasplanta volando,
es
el mejor investigador,
sobre
todo, de lo privado
y
de agricultor de antaño
no
tiene igual en el campo.
Tuvo
noches por millones,
no
se encerraba mi amado,
las
persianas de noche
tenía
en todo lo alto
y,
cuando el sol salía,
como
estáis pensando.
Ahora
que lo pienso,
estábamos
dos cazando,
aquella
fresca mañana
la
perdiz con buen reclamo,
de
pronto el primo salió
del
puesto instalado
y
todo el campo tranquilo
en
huracán de cuidado,
cuentan
que más de un ser
murió
ese día de un infarto.
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