Colaboración de José Martínez Ramírez
TODOS
AL FÚTBOL
Los
domingos, por la tarde,
mi
hermano solía invitar
mi
asistencia al campo
de
fútbol, para ver jugar
a
aquella generación
de
jóvenes que recordar.
Antonio
“El Primillo”,
Viúdez,
Domingo, capaz
de
los balones cuadrados
con
ojos cerrados parar.
Juan
Alonso, Juanito,
“El
Contable” era un zagal.
Cañas,
Cintas, Cobo, Angulo,
mi
primo “Moruno”, al saltar
botaba
como una goma,
echaba
el balón a volar.
Pepe
volaba por la banda,
Coco
rey de la medular
con
el tanque, “Acorchao”
que
lanzaba como Rexach,
don
Antonio López
que
un día llegó a marcar
y
sus amigos a hombros,
como
hoy a José Tomás,
con
la ovación del tendido
conservan
ellos en el altar,
de
los corazones eternos.
Yo
vi a Díaz Ledesma jugar,
Josele,
en esa banda
parecía
el tío volar.
Los
regates imposibles
de
Navarro para enmarcar
a
los Crespos, Pepe Gómez
mi
portero especial,
que
yo cubrí una tarde
con
mi paraguas y un par,
esos
balones pasaban
como
misiles al compás,
era
la lluvia esa tarde
llover,
llover y no parar.
Era
la “Araña Negra”,
la
virgen, qué barrizal.
Otros
jugadores buenos
tampoco
hay que alargar,
todos
hoy los recordamos
es
hora de cerveza ya.
“Zamorita”
o “Botana”,
ha
salido del hospital,
por
eso brindo, Antonio,
con
mojama y buen champán.
Entre
el público “Palomo”,
Antonio,
también se fue ya
con
aquellas ocurrencias
que
hasta el árbitro al pasar
por
su lado, una sonrisa
inevitable
solía escapar.
El
niño Cecilio con su radio
escuchaba
al Barça ganar.
Luís
Sampedro y “Bizcocho”
daban
vueltas sin parar
con
el vaso en la mano,
los
dos se nos fueron ya.
Aquella
tarde de ilusión
todo
el mundo, desde el bar,
nos
fuimos a la victoria.
No
se pudo allí hacer más.
Años
más tarde comprendí,
leyendo
“El hombre y el mar”,
la
grandeza de un fracaso,
las
arrugas del caminar.
Después
íbamos a jugar
los
lunes todos los niños.
El
“Zorrico” de par en par
nos
abría aquella puerta,
de
entrenador Sebastián.
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