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sábado, 6 de junio de 2020

LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Colaboración de Paco Pérez
¿CÓMO RELACIONARNOS CON DIOS?
Dios estableció con su pueblo una alianza pero pronto se olvidaron de ella y retornaron a la idolatría, Moisés se enfadó, rompió las TABLAS y el Señor castigó al pueblo. Después, llamó a Moisés, éste acudió y se le mostró con sus debilidades, le siguió pidiendo perdón para el pueblo y, para él, la ayuda que le empujara a seguir caminando, el perdón de los pecados y la renovación de la elección.
El Padre se mostró proclamando cómo era: justo y paciente; de castigo limitado y misericordia infinita; fiel y solidario con quienes lo necesitan; que ama a las personas y que siempre está cerca de ellas.
Escuchó a Moisés, le concedió sus peticiones y renovó la alianza.

Después de aquellos lamentables hechos que sucedieron al hombre, cuando esté ante Dios, la única actitud correcta que debe mostrarle es de adoración. Así se comportó Moisés porque entendió bien que sin la compasión y el amor fiel es imposible la vida en comunidad.
Muchos años después San Pablo trabajó en la misma dirección y por eso escribió a los cristianos de Corinto para pedirles que se comportaran como una comunidad unida, que tuvieran un único plan de trabajo y una única meta… ¡Formar una verdadera familia guiada por el Señor pues así Él estaría con ellos!
A pesar de ello, relacionarnos con el Padre nos resulta complicado porque, al no poderlo tocar y ver, la comprensión de su realidad pasa a ser un misterio a pesar de que Él siempre se mostró, y muestra, de manera sencilla y entendible.
Conocemos cómo se manifestó  a Moisés y qué hizo éste; después vino su Hijo,  vivió como un hombre normal de su tiempo, nos mostró de manera práctica qué nos pedía el Padre que hiciéramos en nuestras relaciones comunitarias con el prójimo, padeció el martirio para que, con su muerte, ningún de los hombres que creyeran en Él murieran por culpa del pecado. Fue un auténtico acto de AMOR paternal con las personas… ¿Lo hemos entendido así dos mil años después?
Jesús, antes de su Ascensión y para que no nos quedáramos solos y desorientados, nos envió la fuerza del Espíritu Santo para que permaneciera junto a nosotros hasta el final de los tiempos y nos ayudara.
¿No hemos tenido aún suficientes pruebas?
Creo que no porque, como somos tan complicados, nos empecinamos en no reconocer que su grandeza está en la sencillez que les mostraba Jesús a diario y en los ejemplos que daba para que las personas sencillas vieran así el camino y para que nos fijáramos en su huella las generaciones futuras después que Él regresara de nuevo junto al Padre… ¿Nos preocupamos de conocer y aceptar que vivió con sencillez rodeado de su familia, relacionándose con los vecinos o trabajando cada día como carpintero?
Jesús fue la cara visible de la bondad de Dios, los quería a todos sin límites y se preocupaba de su bien. Nos enseñó que debemos CONFIAR en Él  aunque sea complicada la situación en que estemos atrapados y que nos mostremos OBEDIENTES con todo lo que emana del Padre. Después, si estamos convencidos de nuestro cristianismo, deberemos trazarnos nuestro camino para seguirle y lo haremos  fijándonos en lo que hacía, es decir, convertir la teoría en práctica: Dejando de ser pasivos, sembrando felicidad, posibilitando que las personas no pasen necesidades, es decir, humanizando la vida familiar y comunitaria.
Para que estas buenas intenciones triunfen deberemos vivir amando al prójimo como se merece y para ello deberemos confiar en que el Espíritu Santo nos lo regale en abundancia. Esta será la fuerza que dará sentido a nuestros actos y así es como evitaremos volver a cometer nuevos errores.
Sabiendo que la Santísima Trinidad es nuestra protección y ayuda deberemos confiar y ponernos a trabajar empujados por un deseo sincero de cambio. Lo necesitamos porque se nos ha enseñado durante demasiado tiempo una religión basada en atemorizar a las personas con el pecado, la muerte, los castigos, los premios, los buenos y los malos… Pero, opino, que no se nos ilustró acertadamente sobre cómo es el Dios AMOR; sobre Jesús, cuál fue el verdadero sentido de su venida y el cometido del Espíritu Santo.
Para conseguir asimilar esta realidades en el conjunto de la Santísima Trinidad hace falta que cambien muchas cosas en los dirigentes y en los seglares.
Todos necesitamos cambiar pues Jesús nos lo enseñó en la escena de los “Cambistas”. Fallamos porque seguimos convirtiendo en religión lo que no es y por eso cada uno debe mirar en su interior, en su parroquia y en el conjunto. Si después de hacerlo consideramos que todo es correcto pues ya está todo dicho.

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