Colaboración de Paco Pérez
¿POR QUÉ?
Capítulo I
En
todos los hechos reseñables de la Historia
siempre hubo, y hay, unos porqués con los que esos acontecimientos fueron tomando
forma poco a poco o de golpe, unas veces estuvieron basados en hechos
demostrables y otras no, pero lo cierto es que más tarde, con el paso del
tiempo, ya se convirtieron en realidad irrefutable de la que nadie dudó, ni
duda.
En
los de carácter religioso la Iglesia
es muy cauta y no lanza las campanas al vuelo de inmediato para elevar a la
categoría de “milagro” algo que pudo
ser cierto o no… ¿Ha confirmado la
Iglesia que la epidemia de “cólera” que hubo en Villargordo remitió después de
sacar la imagen del Cristo en procesión por nuestras calles?
Como
la prudencia que sigue en estos casos es una realidad pues considero oportuno
opinar que, dando por hecho que Dios
lo puede hacer todo, la religiosidad personal
o colectiva no debe sustentarse en tradiciones orales no demostradas y sí en el ejemplo que nos regaló Jesús, la VERDAD de la vida. Seguirlo a diario es duro porque requiere un
compromiso serio, razón por la que con frecuencia lo apartamos de nuestro
camino para colocarlo en un rincón… ¿Cuándo
lo hacemos?
En
el momento en que decidimos escalar
peldaños o vivir instalados en una
vida cómoda, opciones individuales en las que los valores esenciales de la persona son sustituidos por aquellos otros
que son perecederos y por esa razón,
tal vez, no tengan mucho peso cuando nos presentemos con ellos ante Dios.
Esta
realidad no solemos meditarla y por
eso cada año acudimos en masa a la Ermita
para acompañar a la imagen pequeña que tanta devoción transmite a los habitantes de nuestro pueblo, y a los que viven
fuera, para gritarle en la bajada y en la subida… ¡Viva el “Cristo de la Salud”!
Viajemos
hasta el pasado para recordar un poco de la historia que se cuenta en nuestro
pueblo sobre ella.
Hace
ya muchos años, dicen que a finales del S.
XVI o comienzos del XVII, se
construyó al Norte de Villargordo (Jaén) la actual Ermita para venerar en ella a “Santa
Ana donde, además de la imagen titular, también había otras y entre ellas
se encontraba una pequeña talla en madera que representaba a “Cristo crucificado”.
La
tradición oral sitúa en 1834 los hechos que las gentes de nuestro
pueblo vivieron entonces debido a que una epidemia
de “cólera” se presentó aquí con
fuerza y los vecinos, para combatirla, pidieron al párroco que sacara en
procesión la imagen de Cristo, él
accedió y durante varios días la llevaron
en procesión por las calles del pueblo. Se cuenta que después de esos actos de
culto el vecindario afectado por la enfermedad fue mejorando, ese hecho hizo
que comenzara a forjarse la leyenda
milagrosa de la imagen, comenzaron a nombrarla con la advocación de “La Salud” y así se popularizó el nombre
de “Santísimo Cristo de la Salud”. El
fervor del pueblo por ella fue en aumento y un tiempo después se movilizaron
los vecinos para organizar en su honor la “Cofradía”.
Cuando
se organiza algo extraordinario o
diferente es porque siempre hay personas que se hacen eco de los deseos
populares, ellas se ponen al frente y les dan el impulso necesario para que los
proyectos pasen a ser una realidad desde una ilusión, en este caso hay que resaltar el apoyo que Dª Ana
López de Mendoza y Muñoz-Cobo, cuarta marquesa de Blanco-Hermoso, dio a la nueva Cofradía.
También se debe recordar que más adelante, en 1867, ella sufragó los gastos que se ocasionaron en la primera gran
reforma que se le hizo a la Ermita.
No
sé si hubo otras reformas fuertes después de la mencionada y, recurriendo a la
lógica, debemos dar por hecho que todos los edificios siempre necesitan pequeños
arreglos en los tejados y paredes, interiores y exteriores, para
que no se hundan y por ello, en nuestra Ermita,
algo debió restaurarse también.
Así
estaba el edificio y su entorno en 1950
y algunos años después:
La
financiación de la Cofradía siempre estuvo ligada a la
buena voluntad de las personas mediante los donativos que depositaban en el cepillo de la Ermita; encendiendo velas en el lampadario; con las tradicionales promesas de los “pesos” delante de la imagen, durante la
procesión vespertina del día 25 de julio
(desaparecida porque no había costaleros y su traslado durante el recorrido por
el pueblo se convirtió en un problema) y en la del día 28 (durante el regreso de la imagen a la Ermita y antes de su entrada de nuevo en ella) y con las aportaciones de los terratenientes en dinero y especies.
El
acto de los “pesos” es el momento en
el que las personas cumplen delante de la imagen las promesas que, ellas mismas
u otros familiares, hicieron al “Cristo
de la Salud” para que les concediera algún favor y en él ofrecen en trigo
los kilos que pesa la persona por la que se hizo. En el pasado se cumplían
pagando en especie o con dinero y ahora sólo en dinero, cuyo importe se valora guiados
en el precio que el mercado establece cada año para el kg de trigo. La “pesada” se realizaba tradicionalmente
con la “romana” que, colgada de un
resistente palo, era sostenida por los hombros de dos cofrades y, mientras la
realizaba el “pesador”, las banderas
permanecían cruzadas.
Este
acto hacía que la duración de la procesión se incrementara pues preparar a las
personas que se iban a pesar requería de un protocolo que tardaba un tiempo y
como es lógico, al pesarse muchas personas, el cansancio y el calor agobiaban,
los mayores y los niños no aguantaban de pie tanto rato y se originaban
comentarios sobre la posibilidad de hacer algo diferente que evitara esa
tardanza.
En
1980, la Junta de Gobierno de la Cofradía, ante ese malestar que generaba la
pesadez del acto comenzó a realizar de manera
experimental -una hora antes de la procesión y en el interior del templo parroquial, delante de la
imagen- las “pesadas”, con “báscula de baño” y de manera voluntaria, para intentar cambiar el procedimiento tradicional y disminuir el tiempo del acto que era
objeto de comentarios. La propuesta tuvo buena acogida aunque también hubo
quienes prefirieron seguir con la tradición.
Este
documento es la citación enviada a los cofrades para la Asamblea General y tiene la fecha de 10 de julio de 1981. Además de los puntos del orden del día se
incluía la información anticipada de que en ella se comentaría la experiencia
realizada el año anterior, de prueba, para que fuera debatida y aprobada
oficialmente si se consideraba acertada. En la citación de convocatoria se
informaba de ese tema para que lo fueran meditando y divulgando.
La
participación de los cofrades en las tareas económicas era evidente y un
ejemplo documental de sus aportaciones data
de 1926, se conservaba en la casa de
Francisco Pérez Soriano, mi abuelo,
y en él están relacionados los señores que ese año costearon los recibos de luz que debía pagar la Ermita, cada uno se hacía responsable
del pago de un mes, 8,80 pesetas.
También
salían en grupos, con carros, por las “cortijadas”
para recoger donativos en metálico o en especie, normalmente era el trigo.
Con estas actividades se pagaban los gastos de la fiesta religiosa, los cohetes,
la música…
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