Colaboración de Paco Pérez
LOS HOMBRES DE MANERA COMPLICADA, CON
MUCHAS NORMAS
Considero
que Dios no nos creó para después
ponernos trabas que complicaran nuestra vida y por eso entiendo que todo lo que
nos sucede es fruto del COMPORTAMIENTO
INADECUADO que practicamos desde el comienzo de los tiempos, de la LIBERTAD que Él nos regaló y usamos mal, de la INTERPRETACIÓN equivocada que hacemos de su mensaje y de la ACOMODACIÓN que le damos para alcanzar
nuestras conveniencias… ¿Es así o
preferimos engañarnos y maquillar esta realidad?
La
comprensión del hecho religioso ha ido experimentando con el tiempo una
evolución positiva pero insuficiente, a mi entender, y por ello no es la adecuada
y, mucho menos, la definitiva.
La
religión debe ayudar a las personas
a comprender la VERDAD; a despertar en
ellas el deseo de abrazarla y a fortalecerles
la fe, esa virtud que es capaz de mover montañas, de empujarnos a participar y
a dar testimonio de nuestra
creencia. Este es el camino que practicó Jesús.
El
judaísmo y el cristianismo no la han seguido y ese proceder desvía al creyente del
verdadero camino… ¿Por qué?
Porque hay que estar muy bien amueblados para poder separar
la verdad de la mentira religiosa. Jesús,
con su ejemplo, orientaba al JUDAÍSMO
pero no lo escucharon y, en nuestros días, todavía no queremos ver que la
realidad que enseñó es válida en cualquier época.
En
la antigüedad, la religiosidad del pueblo judío se guiaba por los DIEZ MANDAMIENTOS y, además, los doctores de la ley, escribas, fariseos y saduceos les agregaron
613 preceptos (365 prohibiciones,
una por cada día del año, y 248
mandamientos positivos, uno por cada parte del cuerpo humano que entonces le
reconocía la medicina al cuerpo
humano).
Jesús les enseñaba
que debían incumplir, en algunos casos, esa compleja normativa religiosa que
les habían puesto. Además, también tenía otros problemas añadidos: El idioma en que estaba escrito el Libro Sagrado, el hebreo, era diferente del que hablaba
el pueblo, el arameo; se
necesitaba cultura y tiempo para estudiar las Escrituras y los preceptos
y eso ocasionaba que sólo pudieran hacerlo unos pocos pues el pueblo sencillo,
como no sabía leer, no entendía esa propuesta de cumplimientos, no tenía tiempo
nada más que para trabajar y por eso se fue apartando de Dios cada vez más.
Jesús respetaba el judaísmo pero, por culpa de sus
prohibiciones, intentó ayudarles enseñándoles qué debía hacerse
primero y qué debía tener espera. En Mateo
12,11 está el consejo: [¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si cayere ésta
en una fosa en sábado, no le eche mano, y la levante?].
El judaísmo
condenaba esa acción pero Jesús la
justificó por no tener espera la acción pues el animal era vital para la
economía familiar.
Como
el hombre nunca aprende pues cuando pasan los años y, alejados de los tiempos
del Mesías, comprobamos que la
historia se repite con el catolicismo.
El latín estaba presente en la Biblia y en el ritual, el sacerdote
celebraba la misa de espaldas al pueblo y en esa lengua pero las personas hablaban
el español, aún se emplea en algunos actos de culto. Ante esta realidad debemos
refrescar el recuerdo viajando al pasado reciente y así llegaremos al día 7 de
marzo de 1965, cuando Pablo VI celebró por primera vez la Eucaristía en italiano y frente a los
fieles. Ese día cambió el formato del cumplimiento
cristiano dominical.
No
obstante debemos reconocer que poca variaciones esenciales le siguieron pues continuamos
con los Mandamientos de la Ley de Dios
y los de la Iglesia; normas para el ayuno, la abstinencia y la penitencia cuaresmal; decretos
de la Santa Sede, de las Sagradas Congregaciones romanas, de las Conferencias Episcopales; consejos,
no muy lejanos, sobre los hijos que debemos
tener, cómo vivir, vestir, qué hacer y que no en cada momento...
Si reflexionamos un poco nos daremos cuenta que dos mil años después todo sigue estando regulado, legislado y codificado… ¿Ha cambiado, después de esa fecha, algo que haya significado un paso
definitivo para la práctica evangélica?
Creo
que no y por esa realidad al pueblo cristiano
le está ocurriendo como al judío, se
está alejando de la Iglesia cada vez
más, y lo hace porque no entiende el conjunto de añadidos que le han colocado los clérigos, es decir, han repetido lo
que antes hicieron los judíos.
Cristo simplificaba
el mensaje y después lo convertía en ejemplo, acoger y ayudar al necesitado, y así ponía en evidencia al sistema religioso de entonces. Queda
probado que Jesús concretó el
cumplimiento en “Amar a Dios sobre todas
las cosas y al prójimo como a sí mismo” pero los hombres seguimos empeñados
en cumplimientos que no son religión, sino tradiciones
culturales que no nos comprometen a ninguna observancia diaria y ahí es
donde hay que dar la batalla.
Hay
religiosos y seglares que sí están comprometidos con la línea de Cristo pero también estamos otros que seguimos
anclados en una línea que debemos modificar y mejorar.
Zacarías anunció al
pueblo la venida del Mesías y se lo
presentó como un rey victorioso que
impulsaría la paz y su reino se extendería por todos los lugares de la Tierra pero a pesar
de su grandeza Él sería humilde, sencillo y moderado.
¿Por qué nos empeñamos en seguir caminando
por sendas equivocadas si los profetas ya anunciaban cómo sería el Mesías
prometido?
Los
judíos aún no lo han aceptado… ¿Y
nosotros?
San Pablo, para ayudarnos a comprenderlo, nos recuerda
que la vida hay que vivirla según el Espíritu
y no actuando guiados por la materialidad
y la debilidad humana. Si lo hacemos
siguiendo el ejemplo de Jesús la
gracia de Dios nos acompañará,
seremos hombres nuevos y renovados que alcanzaremos la salvación pero si nos
dejamos guiar por los placeres de la vida
entonces seremos arrastrados por el egoísmo
que está anclado en los apetitos desordenados, así no levantaremos a tiempo el vuelo y moriremos para el Espíritu.
La
manifestación de Dios a los hombres
es una realidad pero también lo es que la comprensión de su mensaje siempre
caló más entre las gentes sencillas
y que los entendidos siempre retuercen
la PALABRA… ¿Por qué?
Porque
su ejemplo lo acogían mejor quienes más necesitados estaban y quienes lo tenían todo, cultura y posición,
consideraban que no necesitaban nada de los demás, no prestaban atención a
quienes les rodeaban, seguían con el corazón
endurecido y no se abrían a la
verdad. Los sencillos sí lo
entendieron y por eso aceptaron la realidad de su vida y le mostraron una buena
disposición para convertir lo difícil en
fácil sin perder por ello la alegría
y la esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario