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miércoles, 1 de julio de 2020

LA PUERTA ADMIRADA


Capítulo IV
¡ASÍ ESTABA EN MI NIÑEZ!
Colaboración de Paco Pérez
Todavía quedamos en pie algunos villargordeños algo mayores, yo diría que con algunos años de más, y, la verdad, cada vez que pasamos por el pasillo de lo que queda de la “Anciana LONJA” y miramos hacía el hueco de lo que esa entrada era en el pasado y es ahora nos sentimos mal, no lo podemos remediar y, cuando coincidimos hacemos algún comentario que otro sobre lo que fue y es.

Un día tuve la suerte de poder saborear “Evocando Jaén” y en el texto de D. José Villar Casanova Vica” comprobé que, algunos años antes, él también se quejó del trato que había recibido “AQUELLA PUERTA ADMIRADA”, lo manifestó con gran acierto y mucha delicadeza en dicho libro:
[Mariano Benlliure, se quedó admirado de aquellos clavos que, él mismo confesó, se hubiera llevado a su estudio madrileño.
El menor de los Benlliure, ilustre familia de artistas españoles, había visitado Villargordo acompañado de su buen amigo el Marqués de Mondéjar. Poco pensaba el genial autor del monumento a Alfonso XII, en el Retiro de Madrid, que aquella puerta y su filigrana forjada se iba a perder un día sin que nadie denunciara su ausencia. La puerta ya no existe y el vano ha sido cerrado con una decoración de dudoso gusto.].

Nunca pregunté por quién o quiénes fueron los que idearon la travesura, así me evito tener la tentación de preguntarles… ¿No hubiera sido mejor, además de limpiar de cal las piedras de la portada y entorno, recomponer las deterioradas y reemplazar las puertas viejas con unas nuevas aprovechando los mismos herrajes? ¿Se lo propondría alguien al Obispado y éste le rechazó la sugerencia?
Dudo que alguien tomara esa iniciativa y si la expongo aquí es porque me baso en un hecho real en el que tuve alguna participación.
Hace años, en el Obispado, había un sacerdote que se encargaba de vigilar las obras que se realizaban en los templos de la Diócesis. Él, cumpliendo muy bíen con ese cometido, nos ayudó en la restauración de la Ermita y, además, nos propuso traernos de un viejo convento o iglesia de Linares la portada que se puso en la puerta del “Campanillo” y también regalaron las piedras que le faltaban.
Las viejas puertas que había en el hueco del campanillo se quitaron y se quemaron, el procedimiento que se suele utilizar para recuperar los herrajes y evitar así que se rompan. Después el herrero las acondicionó y los carpinteros los colocaron en las nuevas puertas.
Ese sacerdote se llamaba D. José Casañas, tuvo con nosotros un trato y comportamiento sensacionales y nos dejó un recuerdo imborrable. No quiero desaprovechar la ocasión de mostrarle, desde aquí, mi más sincero reconocimiento y agradecimiento por su labor callada y ejemplar.
Hecha esta aclaración hay que preguntarse de nuevo… ¿Acaso la portada y la anciana puerta de nuestra parroquia no tenían más belleza e historia que la de nuestra Ermita y se merecía un trato igual que el dado a las de la Ermita?
Mi opinión es que sí y por eso dudo de que el Obispado no hubiera respondido en positivo a una petición de restauración pero si nadie le mostró un proyecto de acondicionamiento y reposición de los elementos deteriorados pues es normal que ocurriera lo que pasó.
¿NO HABÍA OTRA RESPUESTA MEJOR?
Recientemente se limpió la portada y las piedras de las paredes que la circundan.
Detalles artísticos del mosaico de cerámica que hay en el hueco de la vieja “Puerta de Tronos” de nuestra parroquia.
La mejor solución hubiera sido hacer unas puertas idénticas a las originales, aunque se hubieran utilizado sólo en momentos excepcionales.
¡Con buena voluntad y cordura, todavía se puede arreglar lo que en su momento se estropeó!

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