Colaboración de Paco Pérez
EJEMPLO
DE SOLIDARIDAD
El
Señor, desde el comienzo de los tiempos,
ofreció los alimentos de la Tierra a
todas las personas pero el egoísmo
generalizado ha complicado la convivencia tanto que ese bien colectivo pasó de
ser un bien común gratuito a un
bien especulativo que está siendo
controlado por unos pocos.
Las personas, como somos tan especiales, a veces, no sabemos emplear los bienes recibidos y el salario que ganamos lo empleamos en cosas que no son necesarias para la supervivencia de la familia, malgastándolo en cosas innecesarias o en debilidades personales.
El
Señor nos recomienda seguir el
camino correcto y, a pesar de nuestras incorrecciones, Él confirmó que seguiría cumpliendo la promesa que hizo a David.
En
el pueblo de Israel el modelo de
alimentación estaba regulado por los productos agrícolas del lugar y cada
producto tenía su aplicación diaria o eran reservados para momentos concretos.
En este tema el gran contraste quedaba plasmado cuando se analizaban las
escaseces alimentarias del pueblo y entonces aparecía, en el polo contrario, la
abundancia que disfrutaba la clase
sacerdotal.
Las
personas seguían a Jesús allá por
donde iba porque sus mensajes y las cosas buenas que hacía a los necesitados no pasaban
desapercibidas y por esa razón cuando murió el Bautista a Él le afectó mucho
y se marchó del pueblo en una barca para poder orar y meditar en soledad pues esa noticia le hizo
comprender que lo sucedido a Juan también
podía afectarle a Él y recibir una acción similar pero las
gentes, al no entender las razones de su huida, lo siguieron por tierra y
esperaron que desembarcara para escucharlo.
Él, cuando vio
reunida a tanta gente comprendió su situación y se acercó hasta ellos para curarlos y después protagonizó la
escena de la multiplicación de los panes
y los peces porque su gran
preocupación siempre fue ayudar primero a quienes no tenían.
Este
ejemplo que dio Jesús a todos,
preocuparse de que comieran, caló hondo en quienes siguieron sus enseñanzas y
también lo convirtieron después en la gran preocupación de sus vidas.
También
les enseñó, y nos enseña ahora, que debemos empezar por desprendernos de lo
poco que tenemos para compartirlo con quienes no tienen nada, queda reflejado
con la acción sincera de ofrecer lo que había, los CINCO panes y DOS peces, para dar de comer a la multitud y Él ya hizo lo que le faltaba a ese
gesto solidario de quienes ofrecieron lo que tenían a cambio de nada.
San Pablo, preocupado
por la relación entre los hombres y el Padre,
se preguntó… ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?
Si
sufrió las consecuencias de las acciones de los hombres y éstas le causaron aflicción,
angustia, persecución, hambre, desnudez, espada y otros peligros reales que nos
acechan a diario pues debemos mostrarnos convencidos de poder vencerlos porque Cristo nos ama, está siempre a nuestro lado y por eso nada podrá apartarnos del amor de Dios que se manifestó en Cristo Jesús, Señor nuestro.
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