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sábado, 1 de agosto de 2020

JESÚS Y LOS NECESITADOS

Colaboración de Paco Pérez

EJEMPLO DE SOLIDARIDAD

El Señor, desde el comienzo de los tiempos, ofreció los alimentos de la Tierra a todas las personas pero el egoísmo generalizado ha complicado la convivencia tanto que ese bien colectivo pasó de ser un bien común gratuito a un bien especulativo que está siendo controlado por unos pocos.

Las personas, como somos tan especiales, a veces, no sabemos emplear los bienes recibidos y el salario que ganamos lo empleamos en cosas que no son necesarias para la supervivencia de la familia, malgastándolo en cosas innecesarias o en debilidades personales.

El Señor nos recomienda seguir el camino correcto y, a pesar de nuestras incorrecciones, Él confirmó que seguiría cumpliendo la promesa que hizo a David.

En el pueblo de Israel el modelo de alimentación estaba regulado por los productos agrícolas del lugar y cada producto tenía su aplicación diaria o eran reservados para momentos concretos. En este tema el gran contraste quedaba plasmado cuando se analizaban las escaseces alimentarias del pueblo y entonces aparecía, en el polo contrario, la abundancia que disfrutaba la clase sacerdotal.

Las personas seguían a Jesús allá por donde iba porque sus mensajes y las cosas buenas que hacía a los necesitados no pasaban desapercibidas y por esa razón cuando murió el Bautista a Él le afectó mucho y se marchó del pueblo en una barca para poder orar y meditar en soledad pues esa noticia le hizo comprender que lo sucedido a Juan también podía afectarle a Él y recibir una acción similar pero las gentes, al no entender las razones de su huida, lo siguieron por tierra y esperaron que desembarcara para escucharlo.

Él, cuando vio reunida a tanta gente comprendió su situación y se acercó hasta ellos para curarlos y después protagonizó la escena de la multiplicación de los panes y los peces porque su gran preocupación siempre fue ayudar primero a quienes no tenían. 

Este ejemplo que dio Jesús a todos, preocuparse de que comieran, caló hondo en quienes siguieron sus enseñanzas y también lo convirtieron después en la gran preocupación de sus vidas.

También les enseñó, y nos enseña ahora, que debemos empezar por desprendernos de lo poco que tenemos para compartirlo con quienes no tienen nada, queda reflejado con la acción sincera de ofrecer lo que había, los CINCO panes y DOS peces, para dar de comer a la multitud y Él ya hizo lo que le faltaba a ese gesto solidario de quienes ofrecieron lo que tenían a cambio de nada.

San Pablo, preocupado por la relación entre los hombres y el Padre, se preguntó… ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?

Si sufrió las consecuencias de las acciones de los hombres y éstas le causaron aflicción, angustia, persecución, hambre, desnudez, espada y otros peligros reales que nos acechan a diario pues debemos mostrarnos convencidos de poder vencerlos porque Cristo nos ama, está siempre a nuestro lado y por eso nada podrá apartarnos del amor de Dios que se manifestó en Cristo Jesús, Señor nuestro.

 


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