Colaboración de José Martínez Ramírez
Las
palabras envejecen
cuando
se repiten tanto.
El
miedo corta y adolece
el
gemido quieto del llanto.
Llama
viva que siente
una
mirada, un quebranto.
Los
enamorados sienten,
callan para decir tanto.
Contemplan
el campo verde
porque
no es necesario,
y
sobra dice la gente
cacarear
por lo bajo,
hacer
sonar el clarinete
aún
y así el desparpajo
aviva
la llama y arremete,
el
sentimiento con descaro.
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