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sábado, 28 de agosto de 2021

LAS VERDADERAS NORMAS VIENEN DE DIOS

 Colaboración de Paco Pérez

SABER ELEGIR ES NUESTRA OBLIGACIÓN

Cuando Moisés bajó del monte se dirigió al pueblo para decirles que les iba a entregar la Ley que recibió de Dios, esas nomas tendrían que cumplirlas sin modificaciones y después, quienes lo hicieran, serían considerados por los otros como personas sabías y sensatas que tenían a su lado un Dios próximo que siempre atendía sus peticiones y les ayudaba.

El mensaje de Dios siempre fue concreto, ayudar al que tiene necesidades, pero todos los encargados de guiar al pueblo no tuvieron tan claro que ese era el verdadero camino y mostraron caminos distintos, esas desviaciones  me empujan a preguntarme… ¿Por qué nos apartamos del verdadero camino de su Palabra si ésta no es cambiante?

Los del Norte se guiaban por la Ley de la Alianza, la que protegía la vida y la identidad del pueblo actuando con justicia y ayudando al que sufre. El mejor ejemplo era el comportamiento que tuvo Dios con el pueblo de Israel cuando estaba cautivo en Egipto.

Los del Sur decidieron que debían olvidarse del recuerdo de la salida de Egipto y para olvidarse de esa realidad  redactaron el Código de Santidad y, mediante la práctica de la Ley de la Pureza proponían respetar la identidad del pueblo, representada en la tradición sacerdotal, y la practica de las normas de pureza que fijaron los sacerdotes en los 613 mandamientos, de los que 248 eran prescripciones y 365 prohibiciones. Así lograron que se estableciera una separación entre el pueblo inculto que no tenía posibilidades de conocer ese conjunto de normas y los cultos que sí las conocían y, con este argumento, éstos despreciaban a los otros.

La primera ley mostraba que Dios era misericordioso con el que sufría y establecía unas normas para alcanzar la IGUALDADAD. Éstas eran de tres clases: Económicas, para limitar la propiedad, tener derecho a la tierra familiar, practicar el perdón de los préstamos…; políticas, respetando a Dios por encima de todo poder humano, rechazando la esclavitud y defendiendo los derechos del necesitado y religiosas, rechazando la idolatría.

La segunda ley dificultaba el cumplimiento del culto a quienes desconocían las normas de pureza y ocasionaba marginación y ruptura social entre aquellos que se creían santos porque las conocían y quienes no.

El evangelio nos muestra la conversación que tuvo Jesús con un grupo de personas, entre los que había fariseos y maestros de la Ley. Para estas personas los acompañantes de Jesús no cumplían con las prescripciones que se establecían en la Ley de la Pureza. Su gravísima falta, para ellos, era… ¡Comían sin lavarse las manos!

Jesús les respondió intentando aclararles su equivocación dándoles una visión diferente: “La suciedad no viene de fuera sino de dentro”.

También les recordó que Isaías ya profetizó sobre lo proclives que eran a cumplir con Dios aferrándose a los preceptos de los hombres y a las tradiciones.

Más adelante, Santiago les recordaba que todo lo bueno que recibimos viene del Padre, el creador del universo y les recomendaba escuchar su Palabra, ponerla en práctica para que diera buenos frutos y así pudieran alcanzar la salvación.

También aconsejaba que quienes se limitan a escucharla y no la ponen en práctica se engañan porque Dios nos pide que nos preocupemos de dar solución a los problemas de quienes están cerca de nosotros y que no nos ensuciemos con la mezquindad del mundo que nos rodea.

Hoy, estos consejos nos vienen muy bien pues la corrupción se ha convertido en el deporte favorito de los inmorales.

 

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