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sábado, 11 de septiembre de 2021

JESÚS, EL INCOMPRENDIDO

 Colaboración de Paco Pérez

DECIR Y HACER, EL CAMINO

Hablamos mucho de Jesús pero cuando tenemos la oportunidad de hablar sobre como actuaba con las personas de su tiempo no sabemos mostrarlo y lo hacemos de manera rutinaria, es decir, sin profundizar en lo que realmente hizo durante su vida como hijo, hombre religioso y misionero. Él deseaba que lo comprendieran quienes lo escuchaban y presenciaban sus ejemplos de vida porque así podían cambiar los de su época y, con el paso de los años, los que vinieran detrás.

Él conocía muy bien a las personas por ser quien era pero por ser hombre necesitaba evaluar el fruto que había logrado sembrando el mensaje del Reino. Aplicando la razón, quienes lo habían presenciado y escuchado todo eran los discípulos y, por lógica, ellos deberían responderle de manera correcta a la pregunta que les planteó:

[¿Quién dice la gente que soy yo?

Ellos le contestaron:

- Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.].

Como hombre, esta respuesta lo desmoralizó pues comprobó que sus enseñanzas no habían sido asimiladas y por esa razón tuvo que empezar con ellos una nueva fase de enseñanza. Las palabras que empleó fueron un anticipo de lo que le ocurriría a Él un tiempo después y éstas le causaron tanta impresión a Pedro que le reprochó lo que decía pues consideró que era imposible que le ocurriera eso al Mesías. Su reacción fue fruto de la lógica humana y por eso, aunque él sabía quién era Jesús, todavía no había comprendido la dimensión real de la misión que el Padre le había encomendado. Pedro lo veía como el Mesías anunciado por los profetas pero su deseo le hacía percibirlo como el liberador de la opresión que sufría el pueblo por culpa de los romanos, lo necesitaba en un plano guerrero y eso le hizo no entenderlo como el Salvador que liberaría a las personas que creyeran en Él de las miserias que nos atan a lo terrenal para así podernos llevar al Reino con el Padre.

Una vez más se prueba, con este texto, que Jesús comprobó que ni los que estaban a diario tan cerca de Él habían comprendido la “verdad de su venida” y por eso, mostrándose como verdadero hombre, se dejó llevar por la impulsividad espontánea que a veces tenemos cuando increpamos con energía a quienes nos comunican algo inadecuado o irreal, eso hizo Él con Pedro.

Quienes escuchan al Señor suelen comportarse de manera inusual, es decir, no responden a las ofensas que les hacen de manera intencionada otras personas. Isaías enseñó al pueblo de Dios el mensaje que Jesús transmitió, de manera práctica, muchos años después.

Para responder así a las ofensas es necesario que estemos muy convencidos de que el Padre está siempre con nosotros para ayudarnos. Si llegamos a este convencimiento no temeremos a quienes siempre están al acecho de quienes buscan al Señor y trabajan por Él.

Para que estos planteamientos puedan ser puestos en marcha por los hombres será necesario que la FE esté instalada en nuestras vidas de manera correcta pero la realidad es bien distinta… ¿Por qué opino así?

Porque los hombres hablamos de la FE con una ligereza grande pues lo hacemos como si se tratara de un producto que se compra en el supermercado y que podemos hacerlo en términos de cantidad. Lo digo porque quienes entran en ese terreno se manifiestan convencidos de que tienen mucha, afirman que se sienten empujados por esa cantidad y luego, cuando tienen que demostrar lo afirmado, se comportan con un perfil normal o bajo si tienen que dar la cara en temas de práctica familiar o preocupación por los problemas sociales.

Para mejorar este tema debemos interiorizar que con la FE ocurre como con las plantas: Primero tenemos que esparcir en nuestra conciencia las semillas que nos regaló Dios, luego cuidarlas y finalmente recolectar la cosecha para que nos ayude a nosotros y a los demás.

¿Limitarnos a proclamar que la tenemos es el camino?

Jesús nos lo enseñó: [Una FE sin obras es una FE muerta.].

Debemos convencernos de que nuestras obras en favor de quienes nos necesitan es el camino y que limitarnos a decir que tenemos mucha porque hemos venido participando durante muchos años en los actos tradicionales que con tanta relevancia y ostentación no se pueden celebrar en nuestros días por el COVID-19 son acciones rutinarias que sólo nos comprometían a participar en ellas una vez cada año.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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