Colaboración de Paco Pérez
JOSÉ LUÍS
CASTELLANO JIMÉNEZ
Al leerlo el recuerdo me ha transportado hasta dos de las conversaciones que tuve con el finado hace años, cuyos contenidos se me despertaron al leer esta frase de José Carlos: [Persona de profundas creencias Religiosas.]
Quienes
decimos ser cristianos vamos y venimos mucho a los tópicos de siempre: La fe,
ser buenas personas, ir a misa, acompañar a las imágenes en procesión… Después,
cuando los problemas porracean en la puerta del vecino, cerramos la nuestra o
nos ponemos tapones en los oídos para el ruido pues consideramos que no debemos
inmiscuirnos en sus problemas cuando lo que realmente hacemos es olvidarnos, en
momentos como ese, que Jesús nunca dio la espalda a nadie sino que siempre
estuvo al lado del necesitado.
Cuando
pasan los años algunas personas comprueban que la realidad de la religión que
se les mostró es totalmente diferente a lo que cada día les sigue pidiendo Jesús
y entonces, quienes tienen buen corazón, se dan cuenta que deben cambiar
intentando no olvidarse de su mensaje para comenzar a poner en marcha su
ejemplo: Decir y hacer.
Por
este planteamiento me pregunto… ¿Decimos y hacemos o nos limitamos a decir?
Es
muy complicado “hacer” pero, si caer en el error es lo frecuente,
considero que cada día deberíamos intentar hacer algo diferente cuando deseamos
mejorar lo malo anterior y, sobre todo, realizarlo en silencio y no con
altavoces y delante de las cámaras de vídeo o TV… ¿Por qué hago esta
propuesta?
Porque
este es el comportamiento cristianismo que muchas personas ofrecemos pero como también
sé que generalizar es incorrecto pues para demostrar lo que digo voy a desvelar,
después de muchos años, el contenido de una de las muchas conversaciones que tuve
con José Luís y en esa ocasión hablamos de estas realidades. Unos días
después, al salir de la velada lúdica de la cafetería, retomamos el tema
anterior y comentamos los hechos que se repetían a diario durante la partida de
“Julepe” que jugábamos por las tardes en la Cafetería “CAVI”
durante las vacaciones veraniegas. En ella comentamos las cosas graciosas que
ocurrían y también la parte desagradable, que unos perdían con más asiduidad de
lo normal y otros ganaban casi siempre, en este grupo nos encontrábamos los
dos.
A
pesar de esta realidad favorable nos mostrábamos preocupados porque algunos no
tenían solución y no decidían poner de su parte para evitar aquel deterioro
leve de sus bolsillos. Después de esos comentarios José Luís se puso muy
serio y me dijo:
-
Paco, llevamos un tiempo dándole vueltas a este tema y estoy casi
decidido a no acudir a la partida porque, aunque es un juego de poca
envergadura, ya no me siento cómodo y lo mejor es cortarme la coleta… ¡Y lo
cumplió!
No
recuerdo haberlo visto más por las partidas cafeteras y debo aclarar que en
aquellos tiempos el café se pagaba con pesetas.
Yo
sí continué visitando las tertulias cafeteras, me cambié de actividad lúdica y
me incorporaré a las partidas de ajedrez que se organizaban en la Cafetería
“Alberfas”.
También
he recordado otra conversación que tuvimos y en ella me comentó, con gran
ilusión, el viaje que realizó a Tierra Santa. Unas fechas después me
regaló por e-mail una foto de aquel viaje, cuyo motivo era una escena bíblica
que estaba pintada en un cuadro que había colocado en el retablo de un templo. Me
gustó mucho y le pedí permiso para transformarla en nuestra felicitación de
Navidad.
Qué
bien lo conocía José Carlos y qué auténtico lo retrató en esa frase y en
estas estrofas:
[Historias
de los momentos más cuerdos
se
agolpan y se acomodan en mente,
de
pretéritos y bellos recuerdos.
Quien
te trató, supo que ibas de frente
con
sencillez, llano y sin dobleces,
por
ello te apreció toda la gente.].
¡HASTA
SIEMPRE, ALLÁ DONDE ESTÉS!
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