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martes, 21 de septiembre de 2021

EL CINE “MARAVILLAS”

 Colaboración de Juan Trinidad Carretero García

RECUERDOS

Capítulo XVI

El último cine que tuvimos en nuestro pueblo era de verano y se llamaba “Cine Maravillas”, siendo sus propietarios el matrimonio formado por Francisca AlmagroLa tita Paca” y Juan Martos TorresEl chocolate”. Estuvo ubicado en el patio de su casa, teniendo la entrada y salida por “El Paseo”.

Este cine comenzó su actividad a finales de los años sesenta impulsado por la ilusión de los dueños del local, él trabajaba de carpintero y ella se convirtió en una mujer emprendedora que alternó las labores del hogar con la venta de muebles y la administración del cine.

Con el esfuerzo de esta entrañable pareja se hizo posible una oferta de ocio en nuestro pueblo que se prolongó durante casi treinta años. En sus pantallas se alternaban proyecciones de estrenos en cada temporada con clásicos del cine como las películas bélicas El Día más largo, Los cañones de Navarone, Doce del Patíbulo, La batalla de Midway; western clásicos como La muerte tenía un Precio, El bueno el feo y el malo, Por un puñado de dólares y éxitos del cine religioso y el péplum de romanos como Ben Hur, Los Diez Mandamientos, Quo Vadis, La túnica Sagrada… Que solían coincidir con días señalados en el calendario religioso y que debido a su aceptación solían contar a veces con varios pases en el mismo día, consiguiendo casi siempre llenar el aforo completo del local. 

Las películas eran traídas diariamente por un distribuidor de Torredelcampo llamado Ángel quien las recibía desde Sevilla y eran intercambiadas con las de Villargordo, en algunas ocasiones también era necesario acercarse a la capital a recogerlas. A veces acompañábamos al tito Juan en esta tarea en aquella furgoneta Mercedes blanca que igual se llenaba de muebles y maderas para montaje e instalación de carpintería que de sacas con los rollos que el operador, Paquito Lerma, debía montar en estricto orden para su visionado durante cada noche estival.

El distribuidor solía dejar a principio de temporada con los albaranes un listado de las películas a proyectar durante todo el periodo de sesiones. Los chiquillos mirábamos aquellos listados con gran interés y emoción para saber en primicia las películas que nos deleitarían todos aquellos inolvidables meses de verano.

La temporada de cine solía oscilar entre mediados de primavera, a veces en Abril o primeros de Mayo y entrado el otoño, algunas veces llegábamos hasta casi el día de los santos en Noviembre y era necesario guarecerse de los chubascos ocasionales y del frío con mantas recias de mudanzas de muebles del negocio que poseían Juan y Paca en el almacén de muebles sito junto al local del cine. También, con el tiempo, Juan construyó un sistema de telón de plástico corredizo sobre alambres como protección ante las inclemencias meteorológicas en los meses más fríos.

El cine también fue sede de innumerables eventos culturales, debido a su sólido escenario de madera, desgraciadamente venido a menos por obra del tiempo inexorable, lo cual hizo posible que se sucedieran en este local múltiples actos de todo tipo a lo largo de los años. La solidez del escenario se hizo patente cuando durante una actuación del festival Folk del Mundo un grupo de danzarines de Armenia comenzó a dar espectaculares saltos y las maderas comenzaron a crujir e incluso alguna a agrietarse mientras el tito Juan, en los bajos del tablado, se esforzaba por asegurar la estructura con soportes de hierro tapando grietas y afianzando la estabilidad del suelo enmaderado para bien del espectáculo y evitar de paso algún desgraciado accidente.

Se recuerdan funciones infantiles de teatro del Colegio Francisco Badillo, fiestas carnavalescas, interpretaciones juveniles del coro de don Sebastián Aranda y otras de canciones pop interpretadas en playback por el grupo juvenil Akay, funciones de teatro de adultos de distintas compañías del pueblo y foráneas, a recordar las famosas comedias “Francisco Alegre y Ole” cuya escena apoteósica de un intento de suicidio a cargo del genial Tomás Mateos “Minico” quedó inmortalizada para siempre en una inolvidable instantánea o también “Melocotón en almíbar” de Miguel Mihura, donde una banda de atracadores poco profesionales trataban de ocultar su botín en un piso mientras que una ingenua monja iba descubriendo fortuitamente toda la trama delictiva. También tuvieron relevancia los festivales de música, muy sonada fue en este sentido la actuación de la famosa compañía sevillana “La Cuadra” de Salvador Távora, famosa a nivel internacional y que contó también con la presencia de nuestro querido y ya desaparecido cantaor local Miguel López.

De igual forma, en ese recinto se inauguró la sede de la Peña MadridistaMíchel” y después se le cambió el nombre que aún conserva, “Juan y Paca”. La sede todavía está en el recinto del cine, en el local anexo que fue cedido generosamente para este fin por Juan y Paca, nunca cobraron nada y así, gracias a su mecenazgo, la idea fundacional de Juan aún perdura. Esta realidad hizo posible que los peñistas disfrutaran del fútbol y en ocasiones de alguna película que se estuviera proyectando al mismo tiempo en aquel “local de las maravillas”. La Peña Madridista fue inaugurada el 23 de Diciembre de 1993 y, para tal momento histórico, vino el afamado futbolista “Míchel”, causando gran expectación mediática y revuelo en nuestro pueblo y en la provincia.

Volviendo estrictamente al mundo del séptimo arte mención especial merece el operador de cabina Francisco Lerma, nuestro querido Paquito, que tantos años estuvo cumpliendo esa misión en la que pocas veces faltó a su puesto, siendo suplido a veces por Lorenzo Mateos que también aprendió de él los secretos de la cabina de proyección. En ella era fácil encontrar trozos de celuloide desechados por Paco y que nosotros contemplábamos fascinados mientras imaginábamos las escenas que allí se veían, también coleccionábamos los afiches que dejaban allí las distribuidoras y que con el tiempo se fueron perdiendo, algunos de ellos eran también utilizados en la decoración del ambigú del local donde se vendían aperitivos y bebidas que nunca debían faltar para calmar el hambre y la sed en los meses estivales de sofocante calor.

Así fueron pasando los años y los éxitos de los ochenta, como Regreso al Futuro, Cazafantasmas, la saga de Rockie, los Goonies, Karate Kid, Evasión o Victoria, la saga de terror de Viernes 13 o Pesadilla en Elm Street, la bélica Platoon estrenada en esta sala en primicia y publicado dicho estreno en el Diario Jaén bajo un impactante artículo titulado “El Vietnam en Villargordo”, la Chaqueta Metálica, películas del Oeste, las de Bud Spencer, las de luchas orientales con Bruce Lee dando lo suyo y siendo imitado con escasa fortuna por la chiquillería a la salida de la peli,  españoladas” de Esteso y Pajares, Manolo Escobar con múltiples títulos como “Todo es posible en Granada”, comedias americanas de locas academias de policía, pelotones chiflados, desmadres múltiples en despedidas de soltero y un sinfín de estrenos que sería imposible de relatar en toda su extensión y que nos hacían sentir miedo, emoción, risas y lágrimas dejando imágenes que siempre quedarán retenidas en nuestra memoria. Toda esta época dorada de este cine fue dando paso a los años noventa donde el vídeo casero y el sistema de video comunitario fueron ganando terreno y dejando algo al margen el mundo del cine de verano tal como lo conocíamos aunque la batalla todavía no estaba perdida.

Más que nada, la avanzada edad de Juan y Paca, fue lo que hizo inevitable el definitivo cierre del telón allá por mediados de los años noventa, si bien a posteriori se cedió el local para proyecciones y actos puntuales culturales del Ayuntamiento de Villatorres como sucedió hace poco tiempo en su rehabilitación para jornadas de encuentros culturales muy bien acogidas por el público.

Como homenaje final a este cine y a nuestros queridos Juan y Paca dejo aquí íntegramente el texto original publicado en el libro de fiestas de Santiago del año 2014 y en el diario Jaén en Septiembre del mismo año con el deseo que sea del agrado del siempre exigente lector y nunca olvidemos la huella imborrable que el maravilloso mundo del cine y las personas que lo hicieron posible dejaron en nuestro pueblo.


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