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viernes, 15 de octubre de 2021

EL PODER, NOS VULGARIZA

 Colaboración de Francisco Pérez López

SERVIR, NOS ENALTECE

Isaías nos habla de un misterioso personaje al que no señala como el Mesías pero sí lo rodea de un conjunto de responsabilidades que le harían sufrir, adversidades que debería padecer y con el dolor que le ocasionaran podría expiar las faltas de todas las personas pues con ese sufrimiento serían perdonados por el Padre y alcanzarían la salvación.

Cuando Jesús comenzó su ministerio quienes iban con Él lo hacían sin entender aún sus mensajes… ¿Por qué?

Porque esperaban la venida de un caudillo poderoso que lucharía al lado de su pueblo para aplastar a los poderes que en aquellos tiempos los oprimían y creían que, cuando ese deseo se convirtiera en realidad, ellos ocuparían a su lado los puestos de privilegio.

Cuando les anunció lo que sufriría, no lo entendieron, continuaron reivindicándole posiciones de privilegio y después, cuando se cumplió su anunció, uno lo entregó, otro lo negó y la mayoría lo abandonaron. En todos los tiempos y en todos los grupos humanos querer ocupar los primeros puestos es una realidad y entre los discípulos ese egoísmo personal también se manifestó, Juan y Santiago fueron los primeros y su acción despertó entre los otros un legítimo malestar. La petición de los hermanos sirvió a Jesús para exponerles los sacrificios que tendrían que hacer y los sufrimientos que deberían padecer, ellos aceptaron las consecuencias y Él les confirmó que sufrirían al padecer esas experiencias pero les aseguró que concederles o negarles esos privilegios correspondía al Padre.

Después los previno sobre el comportamiento de quienes ocupan el poder pues sólo buscan servirse de los demás mientras que quienes buscan el Reino deben saber que lo más importante está en servir a los necesitados.

Las comunidades que después formaron los seguidores de Jesús seguían el espíritu que les enseñó, es decir, quienes estaban al frente de esos grupos cristianos no eran servidos, no oprimían a nadie, no esclavizaban y sí eran quienes más servían. Ese es el camino sobre el que debemos profundizar para después enseñarlo y practicarlo, no hay otra forma de dar testimonio del Reino de Dios.

En Hebreos se nos presenta a un Jesús totalmente humanizado, menos en el pecado, y por ser hombre debemos acercarnos a Él con confianza pues esa realidad le hizo experimentar el acoso de las debilidades humanas, las venció, no cayó en las redes del pecado pero como vivió nuestros problemas a fondo los conoce y esa experiencia le permitió saber cómo resolver nuestros problemas. Por esta vivencia nadie está tan capacitado como Jesús para comprender los problemas ajenos, poder perdonar y acoger a quienes sufren y también porque nadie como Él podrá llevar ante el Padre una petición de solución para nuestras necesidades.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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