Colaboración de Paco Pérez
LA TRADICIÓN SIN COMPROMISO
Una
persona invidente luchaba por salir adelante pidiendo, lo hacía en medio de una
sociedad insensible ante sus problemas y, de pronto, escuchó que venía Jesús. Se levantó inmediatamente e
intentó acercarse hasta Él al pasar
a su lado, algunos intentaron impedírselo pero él no se amilanó y lo llamó. Como
Jesús siempre atendía a los necesitados pues en esa ocasión también lo hizo y le
dijo:
- [Vete, tu fe te ha salvado.].
Las personas hablamos de la fe y lo hacemos tan convencidos que sólo nos falta medirla y comunicar después con números la cantidad que tenemos pero… ¿Nos hemos parado a pensar si lo que tenemos es la FE del ciego o es rutina humana?
Tal
vez no la tengamos porque quienes la tienen sí dan un giro radical a los actos
de su vida y en cambio, los que creemos tenerla, seguimos amarrados a la vida cómoda que nos hemos forjado y alimentado
practicando las rutinas religiosas que
las costumbres del lugar nos han regalado.
Creer que tenemos fe porque lo decimos a voces y después seguimos
sin preocuparnos de cambiar nuestra
mala praxis no es el camino pero si creemos
que no la tenemos y de manera permanente nos esforzamos por cambiar nuestra
conducta intentando ayudar a quienes lo necesitan, ese sí es el camino que Jesús
nos mostró y que espera de nosotros que recorramos.
Quienes
estaban a diario con Él sí veían lo que hacía y escuchaban lo que decía pero no lo comprendían…
¿Por qué?
Porque
la ceguera humana puede ser causada por la pérdida de la vista o porque el
corazón esté insensibilizado. La pérdida real de la visión no impidió a Bartimeo conocer a Jesús porque lo decisivo no está en poder ver sino en saber escuchar y en desear cambiar.
En
este pasaje del evangelio se nos enseña que la ceguera del corazón, la que solemos tener las personas, sí
nos impide percibir la realidad que Jesús
nos mostró. Los discípulos también la
sufrieron al comienzo pues caminaban a su lado pero estaban tan aferrados a la
tradición que no comprendían sus mensajes… ¡Necesitaron viajar con Él hasta el final de su camino terrenal
para poder comprender la realidad de su mensaje!
Bartimeo, a pesar de su minusvalía, sí comprendió a Jesús y aunque trataron de impedirle
que se acercara hasta Él no los escuchó
y continuó llamándolo porque sabía que podía ayudarle a cambiar su situación y mejorarle su forma de vida, por eso no se
amilanó.
En
nuestros días, quienes ostentan el poder,
tampoco desean que las personas levanten la voz para denunciar las injusticias
que practican, ocasionando así muchas situaciones de exclusión social y por
eso tratan de impedírselo pero, si queremos que las estructuras sociales cambien, deberemos luchar para que no se impida
denunciar que hay personas sin trabajo,
sin vivienda, sin comida, sin familia, enfermas y sin cobertura social… Debemos
hacer como Jesús, no pasar de largo ante los problemas sino detenernos
para escuchar a quienes se acerquen
a nosotros.
La
grandeza de Dios se manifiesta siempre
igual, ayudando a todas las personas por igual. Lo hizo ayudado por los
profetas y éstos demostraban que su trato con el pueblo era tan excelente que
los recogía compungidos, los recuperaba y los devolvía alegres y recuperados.
Lo que hizo con quienes estaban desterrados fuera de Israel en tiempos
de Jeremías.
Pasaron los años, vino Jesucristo
y, en su condición de Hijo de Dios, recibió de
Él la dignidad de Sumo Sacerdote, la que ejerció en su
nombre de manera perfecta, pero lo comprendieron. Si Él dio ejemplo, sus sucesores en el sacerdocio deberán tener
en cuenta esa realidad, se comportarán con dignidad en el desempeño de su
función y así mantendrán con Él una relación perfecta y plena.
Dios, como sabe que el
pueblo los necesita, los escoge de entre los hombres, los pone entre ellos, les
infunde buenos sentimientos para que les ayuden, aunque no tengan unas
cualidades especiales. Éstos, como humanos, lucharán contra las flaquezas del
espíritu y deberán pedir por los propios pecados y por los de los demás.
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