Colaboración de M. Sánchez/J. Martínez
A la memoria de
Alfonso Carretero Saeta
Ya
no florecerán hermosas las flores
ni
los campos de nuestra primavera,
¿dónde
quedarán todos esos colores?
¿Dónde
irán los arpegios de mi trompeta?
El
agua del manantial inadvertido
retoña
tu música en dolor risueño.
Es
ajeno el sueño al duro olvido,
la vida es de nadie, ni de su dueño.
Pongan
los bordones en la caja sorda
que
solo se escuche el eco de su redoble
y
la risa bajo la máscara de su arlequín.
La
soledad mendiga en tu garganta ahora,
y
tus ojos entre tango y el pasodoble
escuchan
cerrados el último clarín.
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