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sábado, 16 de abril de 2022

DOMINGO 1º DE PASCUA

Colaboración de Paco Pérez

JESÚS RESUCITÓ

La experiencia que vivieron los discípulos con Jesús durante la “Última Cena” y en su “despedida” fue inolvidable para ellos porque en sus palabras y en sus formas se les mostró como un hombre lleno de “amor” y de “bondad”. Ellos, después de lo que habían vivido durante unos años a su lado, también tuvieron que presenciar el final de su vida y, al comprobar que acabó muriendo en la cruz como un delincuente cualquiera, no lo comprendieron, se asustaron y huyeron para esconderse.

Si los discípulos reaccionaron así… ¿Cómo se sentirían los demás seguidores que no habían estado tan próximos a Él?

Cuando las mujeres fueron al sepulcro, lo encontraron vacío y María Magdalena fue en busca de Pedro y éste estaba con Juan, ambos corrieron hasta el lugar, el joven llego primero, vio desde fuera lo que había, espero que Pedro llegara y entrara primero para cumplir así con la tradición. Una vez dentro comprobaron la verdad de la noticia, recordaron sus anuncios y ya comprendieron. 

Lemos Juan 20, 8-9: [Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.].

Esa realidad les hizo experimentar una transformación interior definitiva porque ésta les señaló el camino que debían seguir pues ahora comprendían lo que había sucedido, ya no tenían miedo, dejaron de huir, regresaron a Jerusalén, dieron testimonio de su creencia y proclamaron con la palabra su mensaje a quienes acudieron a escucharlos.

¿Por qué sufrieron esta profunda transformación interior?

Porque el fundamento de nuestra creencia les había sido comunicado por Jesús durante su vida pública pero ellos no habían comprendido sus palabras.

Cuando Jesús resucitó y comenzaron las apariciones los discípulos comprobaron que sus palabras sobre el final de los tiempos se habían cumplido y con los encuentros finales que tuvo con ellos esos días  también les enseñó qué futuro de esperanza y felicidad les esperaba cuando murieran.

Toda su vida fue una sucesión de ejemplos entendibles para que después ellos enseñaran a las personas qué debían hacer y qué espera Dios de ellas. A pesar de su esfuerzo sólo fue entendido por unos pocos y, en nuestros tiempos, la respuesta que damos sigue sin estar a la altura de lo que nos pide Dios que hagamos.

Los discípulos comprendieron porque después de morir y resucitar comieron y bebieron con Él y recibieron de Jesús resucitado el encargó de dar testimonio de lo que habían presenciado antes y después de que Él  muriera.

Con la fuerza que recibieron al comprobar que sus anuncios se habían cumplido y haber tocado su cuerpo resucitado, recordemos a Tomás, ellos pusieron en marcha la “Iglesia en Salida” marchándose a predicar y anunciar que la “salvación” era para todas las personas, es decir, universal.

¿Por qué estamos atascados tantos años después?

Si entonces les resultó difícil entender sus palabras, a pesar de sus ejemplos permanentes, en nuestros días no debe sorprendernos que estemos peor que entonces pues ellos tuvieron la ocasión de presenciarlo todo y nosotros no.

Los hechos tangibles convencen a las personas, Tomás tocó las heridas y creyó que había resucitado. En nuestros días, los cristianos siguen en procesión las imágenes por las calles de nuestros pueblos y ciudades, lo hacen porque a diario visitan los templos para “tocar” las imágenes que en esos lugares de culto hay. Como a nuestras imágenes milagrosas podemos “tocarlas y besarlas” a diario pues la religión que nos hemos forjado con el paso de los años no se sustenta en la Biblia sino en “una tradición tangible” que sólo nos compromete a encenderles unas velillas y a ir anualmente en procesión tras ellas vestidos con túnicas o engalanadas con mantillas… ¿Esta es la repuesta que Dios espera de nosotros después que Jesús muriera por el delito de enseñarnos el “Camino del Reino”, que resucitara y que ascendiera al Cielo?

Pablo, perseguidor de los cristianos, fue llamado por Dios y él le respondió… ¿Le respondemos nosotros?

Él cambió de comportamiento porque comprendió el mensaje de Jesús y lo mostró en COLOSENES 3, 1-4:

[Hermanos:  

Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.

Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.].

¿Buscamos los “bienes” que predicó Jesús o estamos muy atareados con las cosas de la vida que son efímeras y no las adecuadas para caminar por el “Reino”?

El Bautismo une a los cristianos con Cristo resucitado, nos hace morir al pecado y nos permite renacer a una vida nueva, recibiremos este premio cuando se acabe la vida terrenal.

Las personas, por el hecho de nacer, ya recibimos el premio de que estaremos resucitados con Cristo en el Cielo y, por esa razón, durante nuestra vida aquí nuestros actos tendrán que estar impulsados por su verdad y así algún día podremos estar con Él.

La Resurrección no es el final feliz de una trayectoria personal recta sino el comienzo de una vida nueva en la que practicaremos el amor universal, la justicia y la solidaridad.


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