Colaboración de Paco Pérez
JESÚS RESUCITÓ
La
experiencia que vivieron los discípulos
con Jesús durante la “Última Cena” y en su “despedida” fue inolvidable para ellos porque
en sus palabras y en sus formas se les mostró como un hombre
lleno de “amor” y de “bondad”. Ellos, después de lo que
habían vivido durante unos años a su lado, también tuvieron que presenciar el
final de su vida y, al comprobar que acabó muriendo en la cruz como un
delincuente cualquiera, no lo comprendieron, se asustaron y huyeron para
esconderse.
Si
los discípulos reaccionaron así… ¿Cómo se sentirían los demás seguidores que
no habían estado tan próximos a Él?
Cuando las mujeres fueron al sepulcro, lo encontraron vacío y María Magdalena fue en busca de Pedro y éste estaba con Juan, ambos corrieron hasta el lugar, el joven llego primero, vio desde fuera lo que había, espero que Pedro llegara y entrara primero para cumplir así con la tradición. Una vez dentro comprobaron la verdad de la noticia, recordaron sus anuncios y ya comprendieron.
Lemos Juan 20, 8-9: [Entonces
entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio
y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de
resucitar de entre los muertos.].
Esa
realidad les hizo experimentar una transformación interior definitiva porque
ésta les señaló el camino que debían seguir pues ahora comprendían lo que había
sucedido, ya no tenían miedo, dejaron de huir, regresaron a Jerusalén, dieron testimonio de su
creencia y proclamaron con la palabra su mensaje a quienes acudieron a
escucharlos.
¿Por qué sufrieron esta profunda transformación
interior?
Porque
el fundamento de nuestra creencia les había sido comunicado por Jesús durante su vida pública pero
ellos no habían comprendido sus palabras.
Cuando
Jesús resucitó y comenzaron las
apariciones los discípulos comprobaron que sus palabras sobre el final de los
tiempos se habían cumplido y con los encuentros finales que tuvo con ellos esos
días también les enseñó qué futuro de
esperanza y felicidad les esperaba cuando murieran.
Toda
su vida fue una sucesión de ejemplos entendibles para que después ellos enseñaran
a las personas qué debían hacer y qué espera Dios de ellas. A pesar de su esfuerzo sólo fue entendido por unos
pocos y, en nuestros tiempos, la respuesta que damos sigue sin estar a la
altura de lo que nos pide Dios que
hagamos.
Los discípulos comprendieron porque
después de morir y resucitar comieron y bebieron con Él y recibieron de Jesús
resucitado el encargó de dar testimonio de lo que habían presenciado antes y
después de que Él muriera.
Con
la fuerza que recibieron al comprobar que sus anuncios se habían cumplido y
haber tocado su cuerpo resucitado, recordemos a Tomás, ellos pusieron en marcha la “Iglesia en Salida” marchándose a predicar y anunciar que
la “salvación” era para todas las personas, es decir, universal.
¿Por qué estamos atascados tantos años
después?
Si
entonces les resultó difícil entender sus palabras, a pesar de sus ejemplos
permanentes, en nuestros días no debe sorprendernos que estemos peor que
entonces pues ellos tuvieron la ocasión de presenciarlo
todo y nosotros no.
Los
hechos tangibles convencen a las
personas, Tomás tocó las heridas y
creyó que había resucitado. En nuestros días, los cristianos siguen en procesión las imágenes por las calles de
nuestros pueblos y ciudades, lo hacen porque a diario visitan los templos para “tocar” las imágenes que en esos lugares de culto hay. Como a nuestras imágenes milagrosas podemos “tocarlas y besarlas” a diario pues la
religión que nos hemos forjado con el paso de los años no se sustenta en la Biblia sino en “una tradición tangible” que sólo nos compromete a encenderles unas
velillas y a ir anualmente en procesión tras ellas vestidos con túnicas o engalanadas con mantillas… ¿Esta es la
repuesta que Dios espera de nosotros después que Jesús muriera por el delito de
enseñarnos el “Camino del Reino”, que resucitara y que ascendiera al Cielo?
Pablo, perseguidor de
los cristianos, fue llamado por Dios
y él le respondió… ¿Le respondemos
nosotros?
Él
cambió de comportamiento porque comprendió el mensaje de Jesús y lo mostró en COLOSENES
3, 1-4:
[Hermanos:
Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad
los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios;
aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto, y vuestra vida está con
Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces
también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.].
¿Buscamos los “bienes” que predicó Jesús o estamos muy
atareados con las cosas de la vida que son efímeras y no las adecuadas para
caminar por el “Reino”?
El Bautismo une a los
cristianos con Cristo resucitado,
nos hace morir al pecado y nos
permite renacer a una vida nueva, recibiremos
este premio cuando se acabe la vida terrenal.
Las personas, por el hecho de
nacer, ya recibimos el premio de que estaremos resucitados con Cristo en el Cielo y, por esa razón, durante nuestra vida aquí nuestros actos
tendrán que estar impulsados por su verdad y así algún día podremos estar con Él.
La Resurrección no es el final feliz de una trayectoria personal recta
sino el comienzo de una vida nueva
en la que practicaremos el amor
universal, la justicia y la solidaridad.
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