Colaboración de Manuel Sánchez García
Miraba
san Agustín el antifonario
con
pupilas dilatadas de plata y bronce,
mas
muy lentamente se abría el relicario
donde custodiaba el oro el papa Juan doce.
Los monjes oran bajo la polifonía
tan
enrevesada del canto gregoriano,
mas
la voz del tenor guiaba la melodía
del Benedictus para
todo el pueblo llano.
Es
la notación neumática en el convento
medio
para la mano al todopoderoso
tocar
mediante un responso sin más invento.
Ya
no elevan el canto, la Biblia del oso
condenan
los monjes sin pizca sentimiento,
los
neumas clavan por mandato riguroso.
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