Colaboración de Paco Pérez
¿CÓMO SE RELACIONARON CON ÉL?
En
la Biblia aprendemos que Dios se fue manifestando a las personas poco
a poco y, como es lógico, en cada momento el contenido de esas relaciones y el
fin que buscaba con ellas sería diferente como también lo eran las personas y
las circunstancias. Lo hizo con Adán y Eva, Noé, Abrahán, Jacob, Elías, Isabel,
María y José, Pablo… Pasaron los años, todo se fue configurando poco a poco y esos
hechos juntos formaron la historia de nuestra religión, la que podemos aprender
al leer nuestro libro sagrado.
Gracias a él sabemos qué formas de culto practicaban, el concepto que tenían de Dios, cómo les comunicaba Él sus mensajes, que un día nos envió a Jesús- su Hijo-, que éste era Dios y hombre, que vivió como tal, que un día se presentó en el Jordán para que Juan lo bautizara, que después comenzó a predicar y practicar los principios que después serían la base del cristianismo, que cuando lo apresaron y condenaron ya nos lo había enseñado y practicado todo, que lo mataron y que ya sólo nos quedaba ponernos a trabajar siguiendo las huellas de lo que decía y hacía.
¿La
respuesta que damos se ajusta a las enseñanzas de Jesús o lo que hacemos es un
conjunto de preceptos o de tradiciones que no nos comprometen a nada?
Jesús cumplía con las
fiestas que había en el judaísmo. Su preocupación queda reflejada en Lucas
22, 7-13:
[Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les
dijo:
-
He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de
padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el
reino de Dios.
Y,
tomando una copa, pronunció la acción de gracias y dijo:
-Tomad
esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del
fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios.
Y,
tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
-
Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.
Después
de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo:
-
Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por
vosotros.].
En
estos textos se recuerda el cumplimiento histórico del deseo que les manifestó Jesús a los discípulos de celebrarla y ahí encontró la Iglesia Católica el fundamento para la INSTITUCIÓN
DE LA EUCARISTÍA.
Después,
los cristianos siguieron reuniéndose para recordar ese momento histórico y aún
lo hacemos, pero… ¿Le damos el mismo sentido que Él?
Opino
que no, lo que me hace llevar un tiempo dándole vueltas al tema y siempre
termino preguntándome:
¿Sólo
pretendía Jesús respetar el cumplimiento de la Pascual? ¿Deseaba que fuera una
celebración de despedida con sus seres queridos y discípulos para comunicarse
los sufrimientos y las alegrías? ¿Los juntó para fomentar la unión del grupo?
¿Quiso recordarles que debían compartir los alimentos y servir a los
más débiles?
También
se aprende de Jesús que los judíos
se reunían los sábados en la sinagoga para leer los textos y comentarlos,
cualquiera de los asistentes podía hacerlo. ¿Estuvo vigente en nuestros
templos, alguna vez, esta práctica?
En
nuestro templo parroquial, cuando yo era pequeño, el sacerdote siempre tuvo a su disposición el púlpito pero ahora sí comparte el ambón con la feligresía pero
sólo para que ésta lea los textos de las lecturas,
el salmo y las moniciones. En este tema, si comparamos lo que se hacía en las sinagogas
y ahora se hace en los templos, nos debemos preguntar… ¿Ha habido un
avance o un retroceso?
Es evidente que hay un avance pero incompleto porque
no interpretan los textos leídos.
¿Cómo estuvo y está, por los cristianos, la
interpretación del acto de la Eucaristía
dominical?
Durante
mucho tiempo el cristiano estuvo muy mal orientado, por eso creía que por ir a misa
el domingo ya había cumplido con Dios
y al salir se sentía liberado. ¿Hemos
cambiado o seguimos en esa línea?
Poco
hemos cambiado, a pesar de que hay mejor información, pues lo que se aprende en
la infancia ya nos lastra. Entonces se nos inculcaba que pocas acciones se
escapaban de ser pecado, que debíamos confesarlas antes de tomar la Eucaristía, que para comulgar
estuviéramos en ayunas un número concreto de horas, que no mascáramos la “Sagrada Forma”, que si se caía una “Hostia” al suelo el sacerdote la
cubría y después limpiaba el suelo muy bien para que no quedara ni una
partícula en él… Entonces se comulgaba menos y se confesaba más.
¿Seguimos con las mismas normas o hemos
pasado al polo opuesto?
Ahora,
como parece ser que nada es pecado, pues nadie confiesa y casi toda la
feligresía se acerca a comulgar, menos yo y otros cuantos.
Actúo
así porque entiendo que el camino correcto no debe ser ni lo de antes ni lo de
ahora… ¿Quién debe arreglar el entuerto?
La
historia nos regala en estos días un hecho incontestable, las realidades de
antes también se siguen repitiendo en nuestros días:
En
el pasado, el poder religioso y el político actuaban juntos para
beneficiarse aunque hacerlo perjudicara al débil.
En
nuestros días, aunque las razones sean diferentes, los políticos aceptan
la invitación que les hacen las cofradías para asistir a las procesiones,
aunque no sean creyentes, para así dar
buena imagen y obtener mejores resultados electorales… ¿Es correcto que ambas partes actúen así?
No,
la política y la religión no tienen que ir unidas en estos eventos porque eso
les hace ser un acto tradicional y no un acto religioso.
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