Colaboración de Paco Pérez
¿CÓMO SEREMOS JUZGADOS?
Es
complicado transitar por cualquier lugar sin luz a cualquier hora pero
si lo hacemos por los senderos del Reino de Dios lo es mucho más… ¿Por
qué opino así?
Porque
quienes decimos ser cristianos solemos viajar mucho por la carretera del “digo”,
poco por la del “hago” y dar esas respuestas a Jesús es hacer lo
contrario de lo que nos enseñó a diario en sus relaciones con la comunidad. Mi
intención es mostrar esa realidad sin juzgar ni generalizar porque sería
injusto meter en el mismo paquete a quienes son la excepción de lo dicho.
Para comprender mejor el hecho religioso debemos analizar los acontecimientos del presente mirando al pasado y entonces es posible que asimilar la religiosidad nos sea más fácil. Para ello debemos visitar la Biblia pues ahí se nos muestra, poco a poco, todo lo que debemos saber sobre Dios.
Debemos
comenzar recordando que Él nos creó hombre y mujer, que
dicho acto está reflejado en ese orden de aparición en ella, aunque los
movimientos feministas se empeñen en interpretar mal dicha evidencia, que les
dio una ley para que pudieran guiar sus actos y que ellos la incumplieron.
Leamos
Génesis 3, 6-19:
El
juez o el jurado que lo juzgó, responderíamos.
La
respuesta que damos es así de simple porque así de simple es como hemos sido
educados los cristianos, es decir, no nos inculcaron principios
básicos que nos iniciaran obligatoriamente en la lectura,
el análisis y la crítica constructiva de los hechos bíblicos
y por esa realidad ahora sólo se puede esperar de ellos que ocurra
como con la higuera, si ésta sólo puede dar higos pues que la
mayoría de ellos respondan según la TRADICIÓN y muy pocos orientados en
la Biblia… ¿Por qué somos así?
Porque
cada persona enseña lo que le enseñaron y quienes dan lo que tienen no pueden
ser culpados de hacerlo mal pues la realidad es que desde hace tiempo se nos
mostró a Dios así: [Premia a los buenos y
castiga a los malos].
Si
nos hubieran hecho leer y razonar Génesis 3, 6-19 entonces, tal
vez, hubiéramos comprendido que Dios, nuestro Padre, no
condenó a Adán y a Eva sino que ellos mismos se condenaron al incumplir
la LEY que Dios les dio, comer del árbol prohibido. La prueba
está en el versículo 7, en él se comprueba que comprendieron su falta
cuando perdieron la inocencia al se vieron desnudos y entonces trataron
de cubrirse.
Si
no se nos hubiera inculcado que Adán y Eva pecaron al comer
del árbol prohibido no hubiéramos asimilado que Dios los castigó
porque fueron desobedientes. En mi tiempo fuimos educados así en la familia,
la parroquia y la escuela, es decir, nos amedrentaron demasiado,
respirábamos que todo era pecado, teníamos que confesarnos frecuentemente
si queríamos acercarnos a comulgar porque si no seríamos castigados por Dios
e iríamos al Infierno, esta posibilidad última nos asustaba mucho. Con
el transcurrir de los años, y por la ley del péndulo, hemos pasado de “todo
es pecado y confesar con frecuencia antes de comulgar” a “no confesar,
hacerlo muy poco o anualmente y comulgar todos los días”.
Yo,
ante estas dos realidades antagónicas, opino que alguien no ha sabido diseñar
la metodología adecuada para que haya ocurrido esto y ahora nos encontremos
algunos mayores demasiado atrancados porque ya no podemos saltar ni la raya de
un lápiz.
Al
ser de otra época también me planteo: Antes, si una hostia consagrada
caía al suelo el sacerdote la cubría, continuaba repartiéndolas a los fieles y
después, al acabar, la recogía y limpiaba muy bien el lugar donde había caído.
¿Qué
explicación nos daban para actuar así?
Si
una partícula de la hostia quedaba en el suelo, al estar consagrada, en
ella también estaba presente Cristo y podía ser pisado. Un tiempo
después ya no se siguió ese protocolo en situaciones iguales… ¿Qué había
cambiado?
Ahora
comulgamos con la nueva normativa, podemos optar por recibir la Eucaristía
en la boca o en la mano… ¿Ya no sirve la explicación dada sobre la
partícula de hostia que podía quedar en el suelo al caer? ¿No puede caer también
al depositarla en nuestra mano o estar en nuestros dedos al cogerla para
llevarla a nuestra boca? Pensemos que el sacerdote se limpiar con agua
después y se la bebe pero lo fieles no.
Sabemos
que Jesús es Dios hecho hombre, que nos AMA tanto que no nos
CONDENA sino que nos PERDONA y nos aconseja no volver a PECAR
más, por eso debemos preguntarnos… ¿Nos juzgará Dios para condenarnos o
salvarnos o serán nuestros actos los que nos harán sentirnos condenados o
salvados cuando estemos en su presencia?
Que
cada cual piense y reflexione antes de dar respuesta a esta interrogante.
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