Páginas

sábado, 18 de junio de 2022

CORPUS CRISTI

 Colaboración de Paco Pérez

LO MÁS IMPORTANTE, COMPARTIR

Jesús fue preparando a los discípulos durante la convivencia diaria que tenían para que, llegado el momento, ellos pudieran ir a otros lugares a evangelizar hablándoles del Reino de Dios.

Así comenzó la Iglesia a predicar en salida, cuando regresaron se reunieron con Él y les propuso alejarse a un lugar tranquilo para comentar juntos las vivencias que habían tenido pero no pudieron hacerlo porque la multitud los estaba esperando… ¿Qué hizo Jesús?

Primero les habló, después se preocupó de dar respuesta a sus problemas y, finalmente, les dio de comer. Al ayudar a quienes lo necesitaban enseñó a los discípulos que lo hecho era lo que siempre les había dicho que hicieran con los necesitados. Esta respuesta es la que siempre da Dios a su pueblo y lo podemos comprobar recordando que en tiempos de Moisés el Padre también ayudó al pueblo que caminaba errante por el desierto dándoles cada día de comer, recordemos el “maná” y las “codornices”.

Si leemos el texto del evangelio, todo el capítulo, comprobaremos que los discípulos, a pesar de haber estado evangelizando, la experiencia que tuvieron no debió ser muy provechosa porque ante la multitud que los esperaba no respondieron acertadamente para dar solución al problema que tenían ante ellos: Era tarde, estaban en un lugar alejado y en descampado, necesitaban comer y tenían que buscar un lugar para alojarse. Ante esa realidad ellos le propusieron a Jesús que los despidiera y se apañaran como pudieran.

Analizando este comportamiento me pregunto… ¿Habían predicado correctamente, siguiendo la línea que Jesús les había enseñado, durante su viaje evangelizador?

Jesús hacía milagros para ayudar y enseñar a las personas de todos los tiempos que lo más importante que intentaba realizar con sus acciones era conseguir la transformación de nuestros sentimientos hacia los demás para que así podamos ayudar a quienes tengan necesidades.

Los hombres que creen en Dios tienen un comportamiento correcto al cumplir con sus leyes y las de los hombres y, como siempre son justos, el Padre los protege ante los peligros que siempre acechan. Hoy encontramos el ejemplo positivo de Melquisedec pues acogió a Abrahán y a sus soldados, les dio comida y bebida.

La carta que Pablo escribió a los corintios cobra hoy una actualidad grande si reflexionamos sobre cómo se celebraba entonces la “Cena del Señor”, cómo se hace hoy y cómo fue la de Jesús con los discípulos. Les recordó lo sucedido en la “última cena” para que, reflexionando sobre lo que estaban haciendo ellos, pusieran fin a las celebraciones equivocadas que estaban practicando en recuerdo de aquel momento de la historia del cristianismo… ¿Qué hacían para que se lo reprochara?

Al principio, se reunían para recordar la Cena del Señor y compartían alimentos pero un tiempo después la convirtieron en un acto equivocado porque dejaron de compartir para manifestar en esa reunión las diferencias que había entre sus miembros pues quienes tenían una buena posición económica despreciaban a quienes eran pobres, no compartían y así los humillaban, es decir, la habían convertido justamente en lo contrario que Jesús había enseñado. Con estas prácticas aberrantes lo que estaban haciendo era acabar con el verdadero sentido que Él dio a la “Última Cena”.

En nuestros días, los laicos… ¿Estamos dando a esta celebración el sentido correcto o también nos estamos equivocando? ¿Necesitamos que otra persona nos recuerde el verdadero sentido de la Eucaristía para que comprendamos si nuestra práctica es la correcta o sólo vamos a Misa?

No estaría mal que el clero también revisara lo que hace, se planteara interrogantes y, después de examinarse, decidiera seguir haciendo lo mismo o cambiar el formato y abrazar la práctica de Jesús.

No hay comentarios:

Publicar un comentario