Colaboración de Paco Pérez
D. MANUEL MUÑOZ
DELGADO “MANOLILLO ROMPE”
Sus padres, Isaac Muñoz Galán y Juana Delgado, nacieron en Mancha Real y Baeza; Juana, Martín, Juanillo, Manolillo y Amalia fueron los hijos de esta familia numerosa; durante un tiempo en Torrequebradilla vivieron, en ese pueblo vecino Manolillo nació, el 25 de abril de 1935, y después se trasladaron a Villargordo. Yo era un niño cuando comencé a tomar conciencia de la presencia de la familia Muñoz Delgado en nuestro pueblo y, la verdad, no son recuerdos agradables porque el trato que recibían de algunas personas no era correcto.
En
aquellos años los tres mayores ya tenían familia y vivían en chozas construidas
en un corralón sin puertas que había junto a la carretera de Torrequebradilla,
posteriormente se trasladaron detrás del transformador de luz que aún está
frente al Colegio de Infantil y Primaria, los padres vivían en una
dependencia que les habilitó D. Nazario en la casa que tenía sin ocupar en
ese barrio. Un tiempo después se trasladaron a Cartagena, aquí se quedó Martín,
vivía solo en esa vivienda y, como Manolillo, también murió
acompañado de doña soledad.
Unos
años después Juanillo y Manolillo regresaron vestidos con
uniformes militares, tras permanecer varios días en el pueblo se marcharon y ya
estuvimos mucho tiempo sin noticias de ellos pero, de manera inesperada, un día
regresó Manolillo al pueblo solo, se marchó de nuevo y ya retornó acompañado
de una señora árabe y de dos criaturas de corta edad. Un tiempo después la
señora y los hijos se marcharon, él permaneció aquí, las autoridades locales le
gestionaron una pensión y le habilitaron una vivienda de maestros en el
recinto escolar, la que ha sido su hogar durante el resto de sus días.
Llevo
trece años jubilado pero, algunos años antes, él ya vivía en el recinto escolar,
esta circunstancia hacía que algunos días bajara a los patios durante el recreo
para darse unas vueltas con quienes él conocía, nosotros lo recibíamos con
naturalidad y charlábamos de los temas que él siempre traía ya enquistados, lo
escuchábamos y cuando se acaba el tiempo de descanso cada uno nos íbamos a
nuestra aula y él regresaba a su palomar, le llamábamos así porque la vivienda
estaba encima de un aula.
Ya
jubilados, nos veíamos por las tardes en la cafetería tomando algo, hablábamos
y en el transcurso de la charla afloraban los recuerdos de aquellos años y en
más de una ocasión retornaron las escenas de los encuentros que tuvimos en el Colegio
con él, en ellos siempre nos regalaba algunos recuerdos inolvidables y graciosos
pues, aunque ya era entonces un señor algo mayor, sus formas de ser le hacían
comunicar con sinceridad aquello que le preocupaba en aquel momento o era su
centro de interés, lo hacía siempre con la inocencia de un niño grande.
Nunca
olvidaré estos recuerdos que protagonizamos a su lado en los patios del Colegio
y tampoco aquellas imágenes de la infancia que mostraban las necesidades que
pasaban los miembros de esta familia cuando yo era un pequeñajo y posteriormente
cuando ya vestía calzón largo.
Quiero
resaltar que el pueblo ha estado a su lado en el funeral para pedir al Padre
por él, buen gesto, aunque yo opino que como sufrió aquí mucho y Jesús
siempre mostró su debilidad por estas personas… ¡Él ya estaría a su lado!
Siempre
es lamentable la muerte de una persona, aunque sea mayor, pero es mucho más
lamentable que muera sola en su domicilio, así es como ha muerto Manolillo
y muchos años antes su hermano Martín también murió rodeado de soledad
y tristeza.
Si
la humanidad sigue empeñada en hacer la vida imposible a los otros y
nunca se preocupa de resolver los problemas reales de los débiles, lo
ocurrido con los miembros de la familia MUÑOZ DELGADO, la PAZ social
no será posible porque seguiremos poniendo parches a nuestras
conciencias con funerales y coronas de flores.
Ahora que cada cual reflexione sobre los parches y entonces descubrirá que esa lista es grande y personal.
Manolo… ¡Descansa
en paz!
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