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viernes, 1 de julio de 2022

¿QUÉ IMPLICA SEGUIR A JESÚS?

Colaboración de Paco Pérez

IR EN MISIÓN A EVANGELIZAR

Jerusalén, en el año 538 a.C., fue arrasada y sus habitantes desterrados a Babilonia. A pesar de ello Dios no los abandonó, lo podemos comprobar en ISAÍAS 66, 10-14C. En él comprobamos que el profeta los animaba y fortalecía, les daba noticias de esperanza para el futuro y les comunicaba que vendrían días de alegría para quienes confían y esperan en el Señor. Años después se cumplió y la religiosidad entró en la fase definitiva… ¡Seguir a Jesús!

Trabajar por el Reino de Dios es decisión personal que empuja a abandonar aquello que da seguridad en la vida.

Cuando Jesús comprobó que sus seguidores ya eran numerosos escogió a 72, los preparó, les propuso comenzar el proceso evangelizador, les dijo qué deberían hacer y qué no cuando entraran en un poblado y los envió de dos en dos delante de Él para ayudarse, infundir más confianza sobre la verdad de su mensaje y llevar la paz. Prepararían el camino a Jesús anunciando con palabras el evangelio y dando testimonio con hechos. Esa fue, y es, la misión de la Iglesia.

Al regresar le comunicaron sus experiencias pero Él, al verlos tan eufóricos, les recomendó que fueran prudentes porque lo que realmente contaba era que sus obras las había visto y anotado el Padre.

A los grupos de cristianos que viajaban predicando les llamaban “carismáticos itinerantes” y se caracterizaban por su radicalismo al predicar y practicar los principios del cristianismo primitivo. En Didajé, el libro que orientaba a los primeros cristianos, se llama apóstoles a quienes iban predicando de manera itinerante y se guiaban por el “evangelio”, también son nombrados como “discípulos del Señor”.

En Jerusalén estaban los que organizaban y formaban a los nuevos miembros que después viajaban en misión para formar nuevas comunidades, predicar la Palabra, realizar curacionesEste era el “camino del seguimiento” y lo definía Jesús con sus frases enigmáticas, una está en Mateo 8, 20: [Las zorras tienen madriguera y los pájaros del cielo nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.].

La evangelización no es responsabilidad de unos pocos sino de todos los que se sienten sus seguidores y con esas palabras nos enseñó que quienes se entreguen a esa labor no buscarán tener lo que la sociedad siempre desea: Comida, calzado, dinero, vivienda… Lo harán despreocupados de estas ataduras, confiados en que serán bien recibidos, acogidos y atendidos y sabiendo que esta labor puede ocasionar rechazo y persecución pero también que puede regalar solidaridad y apoyo.

Los discípulos de Jesús saludaban proclamando la “paz” en su verdadera dimensión: Compartiendo, curando a los enfermos, liberando a las personas de sus tormentos y transmitiendo la buena noticia… ¡La venida del “Reino de Dios” está próxima!

San Pablo fue un “carismático itinerante” pues formaba comunidades cristianas y las orientaba pero lo hacía con radicalidad cuando les hablaba de la necesidad de rechazar la actitud humana, tan generalizada, de buscar el encumbramiento de los hombres mediante los homenajes, las alabanzas y los abrazos pues el único premio que debemos buscar es el que se nos regaló con la entrega de Jesús en la cruz. También les decía que los hombres perdemos el tiempo organizando nuestra vida con planteamientos equivocados y eso nos hace convertir en cumplimiento religioso prioritario lo que no es y dejamos pasar de largo lo esencial, cambiar de actitud y de comportamiento. Les propuso un ejemplo en GÁLATAS 6, 15: [Pues lo que cuenta no es circuncisión o incircuncisión, sino una criatura nueva.].


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