Colaboración de Paco Pérez
¿QUÉ NOS ENSEÑÓ JESÚS?
Las personas siempre estuvieron influenciadas por la
cultura del lugar donde residían y por el momento
histórico en que vivieron. Como es lógico esas realidades
condicionaron el pensamiento y la práctica religiosa, por eso se preguntaban… ¿Qué hay después
de la muerte?
Los saduceos también recibieron esas influencias externas y por ellas creían que
después de morir las personas no resucitarían.
Uno de ellos se acercó a Jesús para defender su creencia y le propuso un ejemplo cuyo contenido era un texto de Moisés, el que Lucas nos propone en 20, 28-33. Su argumento tuvo un efecto contrario para él pues Jesús le explicó el verdadero sentido de esas palabras, lo recoge Lucas en 20, 34-38.
En este texto Jesús le confirmó que sí hay resurrección y que al
morir no tendremos en esa nueva situación las mismas vivencias que aquí.
El
texto, además, me ha dejado esta reflexión:
-
[… los que sean juzgados dignos…].
Este
párrafo propone algo importante, yo lo interpreto así, que todos no tendremos, cuando
estemos arriba, el mismo estatus porque éste dependerá de los méritos que
llevemos en la mochila. Por ello, quienes no merezcamos la catalogación de “DIGNOS”…
¿Hay respuesta para esta posibilidad en nuestros días?
Es
posible que no haya sabido interpretar el texto bien porque soy víctima de la
edad y de las enseñanzas recibidas en el pasado, las que me empujan a creer
que se nos dará allí lo que merezcamos por nuestras obras de aquí.
No obstante, también será bueno no olvidar que Dios siempre es JUSTO,
AMOROSO y MISERICORDIOSO con sus hijos/as.
Hago
este planteamiento porque con los años hemos pasado bruscamente desde aquella
vieja enseñanza en la que el pecado y la condena al Infierno
estaban muy presentes a la de ahora, no hay que sentirse pecadores irredentos porque
la misericordia y el perdón de Dios nos harán dignos…
¿Lo hemos interpretado correctamente? ¿Habrá que poner freno, algún
día, al nuevo giro?
¿Creemos en la
resurrección o nos ocurre como a los saduceos? ¿Nos hacemos, cada persona, una
religión a medida?
Nosotros
decimos que sí creemos pero si las circunstancias nos colocaran algún día frente
una decisión crucial para nuestra vida, lo que ocurrió a los siete hermanos Macabeos, y tuviéramos
que tomar en unos momentos la decisión de tener que elegir entre seguir fieles
al Señor y morir por Él o negarlo para transitar junto a las
bondades de la vida... ¿Qué decisión
tomaríamos?
Debemos
tener fe y confianza en el Padre
para comprender esta realidad, la muerte no es el punto final que se
pone a nuestra vida sino una puerta que se cierra y otra que se abre cargada de
esperanza para entrar en un
“algo diferente”.
Por
lo dicho, es aconsejable perseverar en
la oración para que el Señor nos libre de los peligros que nos acechan y nos ayude a seguir contribuyendo a que la palabra de Dios siga divulgándose.
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