Colaboración de Paco Pérez
LAS CREENCIAS HUMANAS SEPARAN
Las influencias familiares, sociales y culturales
determinan nuestro comportamiento en todos los momentos de la historia ante los
hechos que se nos presentan.
Moisés se reunió con los ancianos y Dios, tomando
una parte de su espíritu, lo repartió entre ellos. Quienes lo recibieron no
respondieron igual, unos persistieron profetizando y otros no. Los que no
asistieron sí interpretaron bien el regalo de Dios y los otros no.
Josué propuso prohibir su labor profética pero Moisés le confirmó que hacían lo correcto.
El
judaísmo imponía cumplir unas normas que restringían la libertad de las personas
pero Jesús racionalizó esos planteamientos aclarándoles que la pureza no estaba
en el cuerpo sino en los sentimientos y cómo cuidamos a las personas. Les propuso
que defendieran con libertad la verdad, que no cedieran ante las presiones que
ejercen los poderes religiosos o políticos y les les enseñó el camino
curándolos en sábado, mezclándose con las personas acusadas de impuras… También
les aconsejó que actuaran con libertad y radicalismo para defender los
planteamientos que buscan el bien de las personas y la paz.
A
pesar de ello los apóstoles no veían el camino con claridad pues seguían
anclados a la tradición, por eso le sorprendió a Juan que una persona
desconocida curara en su nombre y Él le enseñó que quienes hacen cosas buenas
en su nombre no están contra Él sino a favor.
Santiago denunció el mal comportamiento de algunos con
los asalariados y coincide con esta realidad de nuestros días: La injusticia sigue
permitiendo que los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez más
pobres… ¿Por qué?
Porque la corrupción está tan generalizada que muy
pocos pueden tirar la primera piedra pues las tóxicas y camaleónicas prácticas administrativas
sólo buscan la progresión ascendente de los ingresos mediante el control de las
novedades legales que les permitan descubrir las rendijas de las leyes por las
que colar las cosillas raras.
También
nos recuerda que mientras unos no pueden cubrir las necesidades mínimas
familiares otros viven en la abundancia.
Actuar así es no pensar que aquí estamos de paso,
que un día no muy lejano tendremos que presentarnos a Dios con nuestros libros
contables y que entonces, ante su Ley sin agujeros, nuestras mentiras no colarán.
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