Colaboración de Paco Pérez
NOS AYUDA A CAMBIAR
Las
lecturas nos muestran a Pedro y Pablo en unos momentos de sus vidas en los que
no tienen más fuerza impulsora que su fe, a pesar de estar presos y saber que
el final de sus vidas está cercano.
Ambos
me enseñan que lo importante para Dios no es cómo iniciamos el camino del Reino
sino cómo acabamos cuando, siguiendo sus enseñanzas, cambiamos y damos lo mejor
de nosotros en todos los ámbitos.
Jesús invitó a Pedro a orar pero se quedó dormido y le falló. Cuando lo apresaron fue tras Él, lo identificaron como uno de los suyos, él lo negó y después lloró desconsolado porque sabía que había fallado de nuevo al que identificó como “el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
A
pesar de sus errores el Señor lo liberó de las cadenas que lo tenían
inutilizado, físicas y humanas.
Considero
que este hecho puede ayudarnos a comprender que llorar y reconocer nuestros
errores no es debilidad sino el paso necesario para cambiar y recibir el
perdón.
La
liberación de Pedro enseña el valor que tiene orar con fe en grupo, lo hizo la
Iglesia local por él, y fue liberado… ¿Casualidad o perdón y ayuda para ya no
dudara nunca?
Pablo
también estaba cautivo y, al sentirse solo y abandonado, le comunicó a Timoteo
que su vida estaba a punto de concluir pero que estaba tranquilo porque sabía
que el Señor lo acogería… ¿Por qué se mostró así de confiado?
Porque
cuando conoció a Jesús cambió, abrazó su mensaje con fe y ella nunca lo
abandonó durante su etapa evangelizadora. Ella le hacía confiar en el Señor porque
sabía que, como era un juez justo, valoraría lo bueno que había hecho y lo acogería,
aunque también lo hace con quienes nunca le dan la espalda.
Estos
textos me recuerdan que el poder de Dios es grande y que escucha a quienes se
dirigen a Él con sinceridad para que haya justicia y triunfe el bien.
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