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domingo, 18 de noviembre de 2012


La venida del Hijo del Hombre
Colaboración de Paco Pérez

En la 2ª LECTURA el apóstol San Pablo nos dice en  HEBREOS 10, 11-14. 18: [Y, ciertamente, todo sacerdote está en pie, día tras día, oficiando y ofreciendo reiteradamente los mismos sacrificios, que nunca pueden borrar los pecados. Él, por el contrario, habiendo ofrecido por los pecados un solo sacrificio, se sentó a la diestra de Dios para siempre, esperando desde entonces hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies. En efecto, mediante una sola oblación ha llevado a la perfección para siempre a los santificados.
Ahora bien, donde hay remisión de estas cosas, ya no hay más oblación por el pecado.]
En este pasaje queda muy claro que Cristo está ya junto al Padre y no va a repetir su sacrificio; se nos muestra que Jesús hizo un único sacrificio y que no lo repetirá.



Este pasaje es motivo de polémica entre los católicos y los protestantes. Cada confesión lo interpreta de una manera para defender el culto que sus ministros realizan en los templos.
Yo opino que las polémicas sobran porque siempre que se dé gloria a Dios, de una forma u otra, Él lo verá con agrado.
Como cristiano católico me pregunto… ¿Por qué no abordan todos los sacerdotes este tema y lo aclaran a quienes nos sentamos a escucharlos cuando se programa esta lectura? ¿Por qué eluden hablar de éste o de otros temas polémicos?
Si la LITURGIA contempla tres lecturas, para mí, lo sensato es explicar todos los temas propuestos y no dejar que la ignorancia de quienes nos sentamos siga impidiéndonos ver la luz.

El tema de “La venida del Hijo del Hombre”  se aborda en el EVANGELIO de San Marcos XIII, 24-32: [Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria; entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan hojas, sabéis que el verano está cerca.
Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que Él está cerca, a las puertas. Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.]
Los discípulos, sus perennes acompañantes, cuando le escucharon hablar de este tema todavía estaban aferrados a las tradiciones y permanecían prisioneros de esas cadenas invisibles que deslumbran y atan a los  humanos cuando entran en contacto con lo superficial de la vida: dinero, palacios, poder… Esa realidad era así porque, unos años después de estar a su lado, todavía no entendía bien el mensaje que recibieron y recibían a diario y por eso ellos le preguntaron sobre cuándo sucedería eso que les anunciaba. Esta realidad les ocurrió porque interpretaban mal sus palabras.
El poder humano que dominaba y domina en el mundo, que ocasionaba y ocasiona las desgracias sociales y que generaba y genera una persecución tremenda contra el mundo cristiano era, y es, el objetivo de su discurso y por eso sus palabras, conociendo el futuro inminente que le esperaba, sonaban y suenan a despedida y muchos lo interpretaron e interpretan con un sentido apocalíptico o de final.
Él, lo que hizo, y hace, realmente fue prevenirnos sobre el futuro, para ello nos mostró el camino diciéndonos en qué nos teníamos que fijar. Está en Marcos XIII, 28: ["De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan hojas, sabéis que el verano está cerca.”].
Nos anuncia las  señales en que tenemos que fijarnos cuándo se inicie la caída del poder decadente y dañino que nos oprime para que, una vez destruido, comience a regir en el mundo el nuevo orden que Él predica y desea para el HOMBRE. Para que esto ocurra será necesario que los poderes violentos, despiadados y opresores sean derrotados por el hombre pacífico con la ayuda del Padre.
¿Cuándo ocurrirá?
Más tarde o más temprano sucederá, Dios sabe cuándo lo ejecutará, por eso no debemos de inquietarnos con estas averiguaciones.

En los años posteriores a la muerte de Jesús, los cristianos creyeron que era inminente el cumplimiento de esa noticia y, cuando pasaron los años y vieron que no ocurría nada de lo anunciado, tuvieron que dar marcha atrás con las acciones que pusieron en marcha. Por esa realidad debemos de aprender del pasado y de lo que tenemos que estar seguros es de que los cristianos católicos tendremos que estar unidos para que la llegada de ese momento nos pille remando al lado de Jesús y así podamos ser acogidos en el “Reino de los Cielos” por el Padre.

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