La venida del Hijo del Hombre
Colaboración de
Paco Pérez
En la 2ª LECTURA el apóstol San
Pablo nos dice en HEBREOS 10, 11-14. 18:
[Y,
ciertamente, todo sacerdote está en
pie, día tras día, oficiando y ofreciendo reiteradamente los mismos sacrificios, que nunca pueden borrar los pecados. Él, por el contrario, habiendo ofrecido por los pecados un
solo sacrificio, se sentó a la diestra de Dios para siempre, esperando desde
entonces hasta que sus enemigos sean puestos por escabel de sus pies. En
efecto, mediante una sola oblación ha llevado
a la perfección para siempre a los santificados.
Ahora bien, donde hay remisión
de estas cosas, ya no hay más oblación por el pecado.]
En este pasaje queda muy claro que Cristo está ya junto al Padre y no va a repetir su sacrificio; se nos muestra que Jesús hizo un único
sacrificio y que no lo repetirá.
Este pasaje
es motivo de polémica entre los católicos y los protestantes. Cada confesión lo interpreta de una manera para defender
el culto que sus ministros realizan en los templos.
Yo opino que las polémicas sobran porque siempre
que se dé gloria a Dios, de una forma u otra, Él lo verá con agrado.
Como cristiano católico me pregunto… ¿Por qué no abordan todos los sacerdotes este
tema y lo aclaran a quienes nos sentamos a escucharlos cuando se programa esta
lectura? ¿Por qué eluden hablar de éste
o de otros temas polémicos?
Si la
LITURGIA contempla
tres lecturas, para mí, lo sensato
es explicar todos los temas propuestos y no dejar que la ignorancia de quienes
nos sentamos siga impidiéndonos ver la luz.
El
tema de “La venida del Hijo del
Hombre” se aborda en
el EVANGELIO de San Marcos XIII, 24-32: [Y
entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y
gloria; entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus
elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus
ramas están tiernas y brotan hojas, sabéis que el verano está cerca.
Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto,
sabed que Él está cerca, a las puertas. Yo os aseguro que no pasará esta
generación hasta que todo esto suceda.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no
pasarán. Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo,
ni el Hijo, sino sólo el Padre.]
Los
discípulos, sus perennes
acompañantes, cuando le escucharon hablar de este tema todavía estaban aferrados a las tradiciones y permanecían prisioneros de esas cadenas invisibles que
deslumbran y atan a los humanos cuando
entran en contacto con lo
superficial de la vida: dinero, palacios, poder… Esa realidad era así
porque, unos años después de estar a su lado, todavía no entendía bien el
mensaje que recibieron y recibían a diario y por eso ellos le preguntaron sobre
cuándo sucedería eso que les anunciaba.
Esta realidad les ocurrió porque interpretaban mal sus palabras.
El poder
humano que dominaba y domina en el mundo, que ocasionaba y ocasiona las
desgracias sociales y que generaba y genera una persecución tremenda contra el
mundo cristiano era, y es, el objetivo de su discurso y por eso sus palabras, conociendo el futuro inminente que le esperaba, sonaban y
suenan a despedida y muchos lo interpretaron e interpretan con un sentido
apocalíptico o de final.
Él, lo que hizo, y hace, realmente fue
prevenirnos sobre el futuro, para ello nos mostró el camino diciéndonos en qué
nos teníamos que fijar. Está en Marcos
XIII, 28: ["De la higuera
aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan hojas,
sabéis que el verano está cerca.”].
Nos anuncia las señales en que tenemos que fijarnos cuándo se inicie la caída del poder decadente y dañino que nos oprime para que, una vez destruido, comience a regir en
el mundo el nuevo orden que Él predica y desea para el HOMBRE. Para que esto ocurra será
necesario que los poderes violentos,
despiadados y opresores sean derrotados por el hombre pacífico con la ayuda del
Padre.
¿Cuándo
ocurrirá?
Más tarde o más temprano sucederá, Dios sabe cuándo lo ejecutará, por eso
no debemos de inquietarnos con estas averiguaciones.
En los años posteriores a
la muerte de Jesús, los cristianos
creyeron que era inminente el cumplimiento de esa noticia y, cuando pasaron los
años y vieron que no ocurría nada de lo anunciado, tuvieron que dar marcha
atrás con las acciones que pusieron en marcha. Por esa realidad debemos de
aprender del pasado y de lo que tenemos que estar seguros es de que los
cristianos católicos tendremos que estar unidos para que la llegada de ese
momento nos pille remando al lado de Jesús y así podamos ser acogidos en el “Reino de los Cielos” por el Padre.
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