VIAJANDO
AL
RECUERDO
AL
RECUERDO
Colaboración
de Pedro Berrio Melguizo
Capítulo 1
Los primeros recuerdos
que tengo de mi vida son siempre los mismos y en ellos veo a mi madre cosiendo
en la máquina en la habitación de la costura. Lo tengo muy grabado en mi memoria
visual porque era ahí donde pasábamos, en esos primeros años, varias horas
todos los días y en la niñez las primeras imágenes de nuestra existencia no se
borran jamás, por eso es de una gran importancia el que estos recuerdos sean
placenteros o desagradables.
Yo me lo pasaba bien al
lado de mi madre y ella, que dibujaba muy bien, siempre me daba los dibujos que
hizo en el pasado para que yo me entretuviera copiándolos.
A medida que avanzaba el
día el suelo de la habitación se iba llenando de trozos pequeños de tela,
con los que yo me entretenía también. Al anochecer mi madre daba por acabada la
jornada y entonces barría hasta dejar la casa limpia, así todos los días.
Que me pidieran esos
favores me hacía sentirme importante entre las vecinas porque yo sentía que me
necesitaban, la verdad es que yo siempre las atendía.
Así transcurrieron los primeros
años de mi infancia. Cuando cumplí los seis años me apuntaron a la escuela para
hacer la Enseñanza
Primaria. Martín, mi hermano mayor, ya llevaba unos años en
el Colegio, era un alumno muy estudioso y siempre sacaba buenas notas.
En casa
siempre se preocuparon nuestros padres de que fuéramos responsables con los
libros, esa es la verdad. Esta preocupación de ellos nos ayudó a ser
responsables.
Cuando mi hermano mayor
tuvo que abandonar la escuela a los catorce años, los maestros aconsejaron a
mis padres que lo pusieran a estudiar, pues era el mejor alumno de su
promoción. Mis padres escucharon esos consejos y decidieron que comenzara a estudiar
el “bachillerato”. Yo, que en esas
fechas tenía once años, me hicieron abandonar los estudios de Primaria para que
estudiásemos los dos juntos.
Como éramos, y somos,
gente humilde y en aquellos años solo estudiaban los hijos de los ricos pero mis
padres tuvieron el atrevimiento de meterse en la “gran aventura” de tener dos estudiantes en la familia. Esta
decisión de nuestros padres hizo que algunas personas del pueblo no salieran de
su asombro durante mucho tiempo. No les entraba en la cabeza que una familia
pobre intentara que dos de sus hijos comenzaran a estudiar y por ese asombro,
algunos, hasta llegaron a decir de mi padre esta frase: [Piensa el tonto que sus hijos van a ser maestros.]
Empezamos en el curso
1958-59 y terminamos Magisterio en 1965, hoy puedo afirmar que aquellos padres
consiguieron, con muchos sacrificios, que sus hijos alcanzaran el ansiado
título que le permitió trabajar y jubilarse como funcionarios.
En el curso 1966-67, con
diecinueve años, tomo posesión de mi primera escuela en Villargordo, mi pueblo.
En 1968 empecé a recorrer distintos pueblos de la provincia hasta que en 1982
vuelvo de manera definitiva a Villargordo por concurso de traslados y aquí me
jubilé.
Durante esos catorce años
que estuve itinerante visité varios pueblos y, la verdad, fueron una experiencia
maravillosa para mí porque disfrutaba mucho conociendo otros lugares, sus gente
y las distintas costumbres que había en ellos. En ese continuo ir y venir
conocí a muchas personas en esos años y de todas guardo buenos recuerdos, no
obstante tengo que reseñar que hubo algunas que me impresionaron de manera especial,
tres fueron las que siempre tendré en el recuerdo:
1.- Don Miguel Hermoso Díaz, ejerció como
maestro en la cortijada de Grañena, Las Infantas y Jaén. Este señor fue maestro por vocación y ejerció totalmente entregado a su profesión, todas las
palabras que se digan de él quedan pequeñas para elogiar las buenas cualidades que
tenía como maestro y como persona.
2.- En Orcera conocí a
una monja, Sor María Luisa. Era una
persona de gran vocación religiosa pues por todos los poros de su cuerpo manaba
bondad, santidad y educación; no encuentro palabras para poner a esta mujer
donde se merece.
3.- En Orcera también
conocí a D. José Luís Toribio. Éste era un joven superdotado y viviendo a su
lado aprendí mucho de la vida pues me hacía pensar y reflexionar sobre las
cosas y, al mismo tiempo, te contagiaba su preparación.
De todos los pueblos en que
he trabajado hay uno que se merece una mención especial, ORCERA. Este cariño se lo tomé porque su gente es noble, acogedora y
me permitió vivir como en familia con todo el pueblo.
Orcera,
tierra para mi
sagrada, como decía Antonio
Machado cuando se refería a Soria y a sus campos, o, como decía el gran
pintor villargordeño Francisco Cerezo,
“esa gente
noble de la sierra que encierra todas las virtudes humanas”.
Hace treinta y cinco años
que me vine de allí pero sigo conservando la vivienda que me compré y todos los
años vuelvo por el pueblo, al menos dos veces.
Después de Orcera trabajé en Arjona y de aquí
lamento decir que no guardo el mismo recuerdo. No me gustaba la convivencia que
mantenía con sus gentes y por eso fijé mi residencia en Andújar. Todos los días viajaba para trabajar a Arjona y regresaba a Andujar.
Un día estaba paseando
por las calles de Andújar, después
de acabada la jornada laboral, y visité la “Casa de la Cultura ”
porque en esas fechas había una exposición de pirograbados. Fue la primera vez que observé un cuadro realizado
con esta técnica y me gustaron los expuestos mucho.
En Villargordo empecé a hacer los primeros cuadros de pirograbado, fue
en las vacaciones de Navidad de 1979.
Durante algunos años practiqué esta rama del arte y dejé un legado artístico de
diecisiete cuadros para la colección familiar.
La técnica del pirograbado consiste en coger una tabla de madera y
dibujar sobre ella, a lápiz, el motivo que se quiere representar. Una vez que
esté el dibujo bien hecho se pasa por encima de los trazos el pirograbador, un
aparato que está conectado a la corriente eléctrica y cuya punta se pone al
rojo.
La realización de estos
cuadros requiere mucha paciencia y mucho tiempo. La primera vez que expuse fue
en una “Semana Cultural” que se organizó
en Villargordo hace ya bastantes años. A la gente le gustaron mucho mis obras y
tuve algunos encargos, pero no quise venderles ninguno porque si les ponía las
horas de trabajo que se llevaba su ejecución les hubiera tenido que poner un
precio muy alto. Estuve tres años practicando esta técnica y la dejé de una vez
cuando regalé el aparato a mi sobrina Rosa.
En 1982 concursé y
regresé a Villargordo, mi último
destino definitivo, y en 1990 me jubilé.
Desde entonces mis
grandes hobbies son: contemplar las maravillas que ofrece el
arte, obra de la mano del hombre, y las bellezas de la Naturaleza , obra de la mano
de Dios. También me gusta mucho viajar
y comprar, en todos los que hago, recuerdos: tapices, porcelana, cerámica…
Con ellos voy decorando, poco a
poco, mi casa.
A los lugares sagrados de
Lourdes y Fátima he ido varias veces. Actualmente estoy preparando un viaje
a Medjugorje
(Bosnia) donde, desde el 24 de Junio de 1981, se aparece la Virgen
todos los días y se producen fenómenos sobrenaturales.
Los tres sobrinos-nietos que
tengo llenan mi vida de soltero y por ellos siento un gran cariño.
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